En 2013, China lanzó la Iniciativa de la Franja y la Ruta (Belt and Road Initiative, BRI), un ambicioso proyecto de infraestructura y desarrollo económico que busca revivir la antigua Ruta de la Seda. Esta es la historia.
La Ruta de la Seda es una red comercial histórica que conectó Asia, Europa y África, facilitando el intercambio de bienes, culturas e ideas durante siglos. Su legado es profundo, y aunque su versión antigua ya no existe de la misma forma, en el presente cobró nueva relevancia bajo diferentes iniciativas globales. Aquí, el pasado y el presente de esta legendaria ruta.
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Comenzó en tiempos de la dinastía Han de China alrededor del siglo II antes de Cristo y subsitió hasta el siglo XV. Fue inaugurada por el explorador Zhang Qian, quien abrió caminos hacia Asia Central, sentando las bases para el comercio entre Oriente y Occidente. Abarcaba más de 7.000 kilómetros desde la antigua Chang'an (actual China) hasta el Mar Mediterráneo, pasando por territorios actuales como Kazajistán, Irán, Irak, Turquía, Siria, e Italia.
No era una única ruta, sino un entramado de caminos terrestres y marítimos. Las rutas terrestres atravesaban los desiertos de Asia Central y los pasos montañosos de los Himalayas, mientras que las rutas marítimas se extendían por el Océano Índico y el Mar de China Meridional.
La seda fue el producto más famoso, pero también se intercambiaban especias, porcelanas, piedras preciosas, metales, alfombras, y hasta animales exóticos. De todos modos, no solo fue un intercambio de bienes materiales, sino también de conocimiento, tecnología, religión y cultura. Por esta ruta se propagaron religiones como el budismo, islamismo, cristianismo y zoroastrismo. Inventos chinos como el papel, la pólvora, la brújula y la imprenta se difundieron hacia el Oeste a través de esta red comercial.
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Aunque el Imperio Mongol unificó gran parte de Eurasia en el siglo XIII, facilitando el comercio, su colapso llevó a la fragmentación de la ruta. En el siglo XV, la apertura de rutas marítimas por los exploradores europeos (como Vasco da Gama) hizo que las rutas terrestres fueran menos relevantes, desplazando el comercio hacia los mares.
El aumento de conflictos en Asia Central y la expansión del Imperio Otomano en Oriente Medio hicieron que el comercio por tierra fuera cada vez más peligroso.
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En 2013, China lanzó la Iniciativa de la Franja y la Ruta (Belt and Road Initiative, BRI), un ambicioso proyecto de infraestructura y desarrollo económico que busca revivir la antigua Ruta de la Seda. El objetivo es construir una red de comercio e infraestructura que conecte Asia, África y Europa, promoviendo el desarrollo económico y la cooperación internacional.
Se enfoca en principalmente en rutas terrestres, desarrollando carreteras, ferrocarriles y parques industriales, aunque también procura el desarrollo de puertos y rutas de transporte marítimo a través del Océano Índico y otras regiones estratégicas.
Hasta 2024, más de 150 países han firmado acuerdos de cooperación bajo la BRI, y China invirtió billones de dólares en proyectos de infraestructura global. Las inversiones chinas impulsaron fuertes avances en países en vías de desarrollo, especialmente en África y Asia Central, mejorando su conectividad y acceso a mercados globales.
Sin embargo, la Iniciativa de la Franja y la Ruta fue duramente criticada por crear una "trampa de deuda" para países que reciben préstamos masivos de China, lo que podría llevar a una dependencia económica. También hay preocupaciones sobre el impacto ambiental y la transparencia de los proyectos. Su expansión es vista como un intento de China de ampliar su influencia global, lo que ha llevado a tensiones con potencias occidentales como Estados Unidos y la Unión Europea.
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La nueva Ruta de la Seda también incluye la Silk Road Digital, que busca expandir la infraestructura digital, como redes 5G, inteligencia artificial y comercio electrónico en los países participantes. Además, se están financiando proyectos de energía renovable en un intento por promover el desarrollo sostenible.
La Ruta de la Seda sigue siendo un símbolo del comercio global y el intercambio cultural que une civilizaciones. Mientras que la versión antigua facilitó el contacto entre Oriente y Occidente, su renacimiento bajo la Iniciativa Belt and Road refleja las ambiciones de China de liderar un nuevo orden económico global.
La historia de esta ruta es un testimonio de cómo las conexiones humanas y el comercio dieron forma al mundo, tanto en el pasado como en el presente.
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