Los momentos previos al histórico viaje y las posteriores misiones de búsqueda y rescate. Todo registrado en un asombroso material fílmico.
El 15 de abril de 1912 quedó grabado a fuego en las páginas más dramáticas de la historia, como el día del hundimiento del legendario Titanic. Pero no muchos saben lo que sucedió con anterioridad y en las jornadas posteriores al drama. 26 Historia presenta un documento con imágenes impactantes, para ser testigos de esos hechos.
El 2 de abril de 1912, nada hacía suponer que -más temprano que tarde- se desataría una irreparable tragedia. En los muelles de los astilleros de Harland & Wolff todo era entusiasmo y gran expectativa. El nuevo gigante de los mares, el impresionante Titanic, levaba anclas y partía desde su amarradero en Belfast. Sin embargo, nadie llegó a pensar que esa maravilla moderna, el orgullo mismo de la Compañía White Star Line, ya no volvería.
El momento fue captado por la cámara de un oportuno documentalista, que dejó registrado el instante de esa despedida no anunciada. El sensacional transatlántico ponía proa hacia el puerto de Southampton por última vez. El capitán Edward Smith fue uno de los primeros en abordar para -dada su experiencia- constatar que todo estaba bajo control. Pero el destino le tenía preparada una inesperada jugada. El 14 de abril, el Titanic chocó contra un iceberg en el Atlántico norte rumbo a Nueva York. El resto es historia. A las 23:40 del 14 de abril llegó el impacto contra el enorme bloque de hielo, una colisión que abrió varias placas de acero del casco a estribor bajo la línea de flotación.
A las 2:17 del día 15, el barco se partió y se fue a pique llevándose la vida de 1496 personas.
Al día siguiente comenzó la búsqueda pensando en un posible rescate. Con las horas, el iceberg daba la tétrica sensación de haberse multiplicado. Todo era un infierno helado. Consumada la tragedia, el barco Mary Sculley zarpó de Southampton repleto de ansiosos periodistas. El destino era la zona del desastre, a donde previamente había acudido, raudo y sin demoras, el buque Carpathia, tras responder al desesperado mensaje del radiotelegrafista del Titanic.
Cuando el Carpathia finalmente llegó al lugar indicado ya era demasiado tarde. Dos horas antes, el Titanic se habia hundido. Los reporteros captaron las penosas imágenes del Carpathia en camino al puerto de Nueva York. A bordo llevaba 300 cadaveres, solo unos pocos, rescatados de las heladas aguas.
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Tras la llegada al puerto neoyorquino, comenzó la dura tarea de descargar los cuerpos. El capitan del Carpathia, Arthur Rostrum; supervisó personalmente la infausta e ingrata operación. De las 2208 personas a bordo del Titanic solo poco más de 700 lograron sobrevivir, muchas de las cuales -incluidos algunos integrantes de la tripulación- fueron alojados -consternados y aturdidos- durante un tiempo en la ciudad de Nueva York.
Muchos pasajeros del Titanic pudieron ser rescatados gracias a alguien que viajaba en el Carpathia. Era un sacerdote, de apellido Hogue, quien fue el primero y tal vez único en divisar los botes salvavidas a la deriva en alta mar.
Parte de la tripulación del Titanic llegó sana y salva a Nueva York. Aún sin poder creer la suerte corrida, también se dieron la oportunidad de sonreír y relajar.
Por último, la peor de las misiones. Se asignó al buque Mackay Bennett a la recuperación del resto de los muertos. Era un transatlántico para tendido de cables de la American Commercial Cable Company, que el 17 de abril de 1912 partió desde el puerto de Halifax, Nueva Escocia. Le llevó cuatro días recorrer los 1500 kilómetros que lo separaban del lugar de la tragedia, pero finalmente su tripulación logró recuperar 51 cadáveres. Los demás fallecidos quedaron definitivamente sepultados en el fondo del mar.
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