África en el centro del nuevo orden mundial: ¿avance chino o reconfiguración del tablero por EE.UU.?

China ya es el principal socio comercial de África. Las exportaciones africanas hacia China están dominadas por recursos naturales: petróleo, oro, manganeso, hierro y cobalto.
Cumbre 2024 del Foro de Cooperación China-África. Foto: EFE.
Cumbre 2024 del Foro de Cooperación China-África. Foto: EFE.

En junio de 2025, en el marco de la reunión ministerial del Foro de Cooperación China-África (FOCAC), se firmó la Declaración de Changsha sobre la Solidaridad y Cooperación del Sur Global entre China y África. Allí, el gobierno chino anunció la intención de suprimir todos los aranceles sobre las importaciones provenientes de 53 países africanos. El único país del continente excluido de la medida es Esuatini, debido a su reconocimiento diplomático de Taiwán. Todo un síntoma de una situación que podría replicarse en los próximos meses. Mientras Estados Unidos castiga con aranceles incluso a sus aliados y países con los que tiene superavit comercial, China decide removerlos y profundizar lazos comerciales.

Mientras EE. UU. castiga con aranceles incluso a sus aliados y países con los que tiene superavit comercial, China decide removerlos y profundizar lazos comerciales.

Este anuncio representa un paso adicional respecto a lo acordado en la cumbre anterior de 2024, cuando se había decidido una reducción de aranceles para más de 30 países africanos. Aquel compromiso dejaba fuera a economías intermedias como Nigeria, Sudáfrica o Ghana, ahora incluidas en la propuesta más reciente.

China ya es el principal socio comercial de África. Las exportaciones africanas hacia China están dominadas por recursos naturales: petróleo, oro, manganeso, hierro y cobalto. Estos últimos tienen un rol estratégico clave en la transición hacia economías bajas en carbono. Además, la Declaración de Changsha contempla la profundización de la cooperación en industrias verdes, comercio digital, inteligencia artificial y tecnología, áreas alineadas con los objetivos de desarrollo nacional de Beijing.

África, en este marco, podría dejar de ser una periferia pasiva y convertirse en un eje del tablero geopolítico global. La Iniciativa de la Franja y la Ruta ha permitido a China consolidar inversiones en infraestructura crítica como ferrocarriles y puertos, integrando progresivamente el continente a su proyección logística global. Así, más que asegurar recursos, China podría posicionarse para proyectar poder desde Eurasia hacia el Atlántico sur.

El anuncio chino se produjo dos meses después de que el presidente estadounidense Donald Trump anunciara nuevas restricciones comerciales que excluyen a 25 países africanos de preferencias arancelarias. Estas medidas se complementaron con el cierre de representaciones diplomáticas y la reducción de programas de ayuda oficial, lo que generó reacciones adversas y pedidos de revisión en varios países africanos.

Donald Trump. Foto: REUTERS/Leah Millis.
Donald Trump y su anuncio de los aranceles de Estados Unidos. Foto: Reuters/Carlos Barria.

Sin embargo, desde una perspectiva estratégica, no puede hablarse de un repliegue absoluto de Washington. La administración Trump evalúa trasladar el Comando de África de los Estados Unidos (AFRICOM) desde Stuttgart, Alemania, hacia Marruecos. Esta maniobra implicaría un reposicionamiento militar significativo: EE.UU. respaldaría así el liderazgo regional de Marruecos en el Sahel y consolidaría su influencia en una zona marcada por la conflictividad y la creciente injerencia de Rusia.

En este nuevo tablero africano, Rusia también entra en juego como actor desestabilizador. Su presencia —a menudo ligada a compañías militares privadas— genera vacíos de poder que habilitan una intervención indirecta de otras potencias. En ese sentido, la creciente rivalidad triangular entre China, Estados Unidos y Rusia convierte al continente africano en un laboratorio de la competencia global del siglo XXI.

La creciente rivalidad triangular entre China, Estados Unidos y Rusia convierte al continente africano en un laboratorio de la competencia global del siglo XXI.

Las manifestaciones chinas de ampliar la liberalización comercial, sus nuevas inversiones en sectores tecnológicos y la retórica del “futuro compartido” son parte de una estrategia para consolidar esferas de influencia. A la vez, EE.UU. parece dispuesto a sostener su presencia con menor énfasis en la diplomacia y más en términos militares, con el objetivo de evitar que el continente gire plenamente hacia Beijing o Moscú.

Podríamos poner más que un capítulo menor dentro del tablero internacional, África se proyecta como el nuevo campo de maniobras de las grandes potencias del siglo XXI.