Turquía en la línea de fuego: equilibrio y poder en la nueva guerra de Medio Oriente

Aunque Turquía es miembro de la OTAN desde 1952, su relación con Estados Unidos ha estado marcada en los últimos años por vaivenes diplomáticos y desacuerdos estratégicos. Aun así, mantiene un rol clave en la Alianza: Turquía posee el segundo ejército más grande de la OTAN, con más de 440.000 efectivos activos, lo que refuerza su centralidad en los conflictos regionales.
En el marco de la reciente escalada entre Irán e Israel, la posición turca adquiere relevancia. Ankara sigue siendo sede de la base de İncirlik, donde operan sistemas estadounidenses, y que ha sido foco de especulaciones respecto a una posible represalia iraní. En este punto, expertos turcos aclaran que no se trata de una base estadounidense sino de una instalación OTAN, y que su inclusión como blanco directo es improbable.
En diálogo exclusivo con Canal26.com, el profesor Tayfun Özcan: especialista en seguridad y relaciones internacionales, afirmó que el conflicto actual no ha madurado aún lo suficiente como para transformarse en una guerra convencional. Comparó la situación con “meter la mano en un panal”: tanto Irán como Estados Unidos saben que cualquier ataque directo causará daños también en quien lo perpetra. Esta lógica de disuasión mutua explica por qué no se ha desatado aún una confrontación abierta entre potencias.
Özcan señala que tanto Irán como Israel tienen capacidades limitadas. La capacidad misilística iraní es considerable, pero no infinita; lo mismo ocurre con las defensas aéreas israelíes, que han sido puestas a prueba por los recientes ataques. A su vez, subraya que las tensiones parecen operar en una suerte de “teatro geopolítico”, donde los movimientos de uno y otro lado (como los ataques a bases vacías) buscan enviar señales más que generar daño real.
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“Turquía es uno de los países más perjudicados cuando hay guerra en la región: por los flujos migratorios, los costos militares, y el impacto en su comercio”Prof. Tayfun Özcan
En este contexto Turquía se posiciona una vez más como un potencial mediador. “Turquía es uno de los países más perjudicados cuando hay guerra en la región: por los flujos migratorios, los costos militares, y el impacto en su comercio”, explica Özcan. Por ello, afirma que Ankara hará todo lo posible para evitar una escalada bélica.
Las relaciones de Turquía con Israel y con Irán
La 51ª cumbre de la Organización para la Cooperación Islámica (OCI), celebrada recientemente en Estambul, fue escenario de un contacto diplomático revelador. El presidente Recep Tayyip Erdoğan se reunió con el ministro de Exteriores iraní, Abbas Araqchí. Allí, Turquía expresó su preocupación por la situación en Gaza y por el riesgo de un conflicto regional ampliado. En paralelo, mantuvo su distancia del relato occidental sobre la guerra y reafirmó la necesidad de mantener abiertos los canales diplomáticos.

Respecto a su vínculo con Irán, Turquía mantiene una relación compleja: ambos países coinciden en su rechazo a la política israelí hacia Palestina, pero divergen en otros frentes. Compiten por influencia en Siria (donde apoyan a actores opuestos), disputan mercados energéticos especialmente en torno al gas hacia Europa y han tenido roces migratorios como la deportación de 5000 afganos desde Turquía a Irán en 2023, que provocó tensiones bilaterales.
En palabras del profesor Özcan, “Turquía e Irán no son buenos vecinos, pero están obligados a convivir”. Es esta convivencia forzada, sumada al rol estratégico de Turquía en la región, lo que habilita a Ankara a posicionarse como un actor clave en cualquier intento de desescalar la crisis.
Como señala el analista turco İlhan Uzgel: “Turquía no solo es un actor regional: es un pivote geopolítico entre tres continentes. Su rol en este tipo de crisis no puede subestimarse”.
Con un ejército robusto, una posición geográfica crítica y la capacidad de dialogar con actores en conflicto, Turquía emerge, nuevamente, como mediador entre la guerra y la paz.