La larga sombra de Rusia sobre Ucrania: historia y cronología de los conflictos que explican la guerra actual

Desde el Holodomor en la década de 1930, hasta la anexión de Crimea en 2014 y la guerra total iniciada en 2022, los episodios que construyen esa relación desigual muestran por qué Kiev insiste en su derecho a existir como nación soberana.
Conflicto Rusia-Ucrania, Guerra, tanques rusos, AFP
Conflicto Rusia-Ucrania, Guerra, tanques rusos, AFP

La invasión rusa a Ucrania no es un hecho aislado ni sorpresivo. Se inscribe en una trama histórica que se extiende por siglos y que ha dejado en los ucranianos una memoria marcada por tragedias, resistencia y un deseo profundo de independencia.

Desde el Holodomor en la década de 1930, hasta la anexión de Crimea en 2014 y la guerra total iniciada en 2022, los episodios que construyen esa relación desigual muestran por qué Kiev insiste en su derecho a existir como nación soberana.

El Holodomor: el hambre como arma

Entre 1932 y 1933, millones de campesinos ucranianos murieron de hambre en lo que la historiografía reconoce como el Holodomor. La colectivización forzada de la agricultura bajo Stalin, junto con la confiscación de cosechas, provocó una hambruna devastadora.

Para los ucranianos, no se trató de una simple crisis alimentaria: fue un genocidio planificado para quebrar la resistencia a la dominación soviética. Esa herida histórica sigue siendo central en la identidad nacional y en la desconfianza hacia Moscú.

Chernóbil y el derrumbe de la confianza

Décadas más tarde, en 1986, la catástrofe nuclear de Chernóbil en el norte de Ucrania reveló otro aspecto de la relación con el poder central soviético: el ocultamiento.

Durante días, Moscú minimizó la magnitud del accidente, poniendo en riesgo a miles de personas. El desastre no solo dejó un territorio envenenado, sino también un sentimiento profundo de engaño. Para muchos ucranianos, Chernóbil fue el símbolo de que la URSS era incapaz de protegerlos y prefería callar antes que asumir responsabilidades.

El colapso de la URSS y las promesas incumplidas

Cuando la Unión Soviética se disolvió en 1991, Ucrania heredaba un rol clave. Sobre su territorio quedaba el tercer arsenal nuclear más grande del mundo. En el llamado Memorándum de Budapest de 1994, Kiev aceptó entregar esas armas a cambio de garantías de seguridad firmadas por Rusia, Estados Unidos y el Reino Unido. El acuerdo debía blindar su integridad territorial. Pero esas promesas se quebraron con los hechos: Moscú nunca aceptó de buen grado la independencia ucraniana y, lejos de garantizar su soberanía, terminó convirtiéndose en su principal amenaza.

Las guerras comerciales y culturales

Mucho antes de las bombas, el Kremlin ejerció presión a través de la economía. Hubo cortes en el suministro de gas, bloqueos de importaciones y hasta sanciones insólitas, conocidas como “guerras del queso y del chocolate”, que golpeaban a los productores ucranianos.

En paralelo, la propaganda rusa insistía en negar la identidad nacional ucraniana: se ridiculizaba a su idioma y cultura, con la idea de que Ucrania era apenas una extensión de Rusia.

Crimea y el regreso de la guerra

El punto de quiebre llegó en 2014. Tras la revolución del Maidán, que derrocó al gobierno prorruso en Kiev, Moscú respondió con la anexión de Crimea. Ese mismo año, Vladimir Putin le confió al entonces presidente de la Comisión Europea, José Manuel Durao Barroso, una frase reveladora: “Si quiero, puedo conquistar Kiev en dos semanas”. La amenaza, que trascendió por la prensa internacional, mostraba la voluntad expansionista rusa que años después se materializaría en la invasión a gran escala de 2022.

Una guerra que recuerda otras guerras

Hoy, Ucrania enfrenta la mayor ofensiva militar en Europa desde la Segunda Guerra Mundial. Pero la historia enseña que los pueblos pequeños no siempre se rinden ante potencias más grandes. Vietnam forzó la retirada de Estados Unidos. Afganistán hizo retroceder tanto a la URSS como, décadas después, a la OTAN. Son ejemplos que resuenan en la resistencia ucraniana, que busca demostrar que la determinación puede superar a la fuerza bruta.

David contra Goliat

En esa clave se entiende la lucha actual: Ucrania como David frente a un Goliat ruso que, pese a sus recursos militares, no logra someter a su vecino.

Más allá de la geopolítica y de los intereses de las potencias, el conflicto se resume en una idea fundamental: la supervivencia de un pueblo que eligió democracia y libertad frente a un imperio que intenta negarle la existencia.