El colibrí, un ave especial que desafía la definición común de “pájaro”: ¿realmente lo es?

Aunque muchos lo llaman así por su tamaño y aspecto, la definición científica de ese grupo dice otra cosa. Qué lo hace único entre las aves y por qué su vuelo y anatomía lo convierten en una excepción dentro del reino animal.
Colibrí gigante. Foto: EFE.
Colibrí gigante. Foto: EFE.

Cuando pensamos en pájaros, probablemente vienen a la mente imágenes de gorriones, canarios o aves que cantan alegremente en parques y jardines. Sin embargo, aunque el colibrí es un ave diminuta y fascinante, no encaja exactamente en la categoría popular de “pájaro”.

La razón radica en la diferencia fundamental entre los términos “ave” y “pájaro”, una distinción poco conocida, pero que tiene una explicación científica y relevante.

Colibrí. Foto: Unsplash.
Colibrí. Foto: Unsplash.

¿Ave o pájaro?

En términos biológicos, “ave” es una categoría amplia que agrupa a todos los animales con plumas, alas y que ponen huevos. En esta definición caben desde gigantescos avestruces de casi tres metros de altura hasta minúsculos colibríes de pocos centímetros.

El término “pájaro”, en cambio, suele reservarse para un grupo más específico, el de las aves paseriformes, que incluye especies pequeñas y ligeras conocidas por su canto y hábitos adaptados a vivir cerca de los humanos.

Esto explica por qué, aunque el colibrí comparte muchas características con los pájaros, no se lo considera como tal en sentido estricto. Su biología, vuelo especializado y comportamiento lo ubican en un grupo aparte dentro del vasto mundo de las aves.

Colibrí. Fuente: EFE
Colibrí. Fuente: EFE

Las características que hace único al colibrí

Originarios de América, los colibríes forman la familia Trochilidae y son célebres por su tamaño diminuto, plumaje brillante y, sobre todo, por su capacidad de vuelo excepcional.

Sus alas pueden batir hasta 80 veces por segundo, permitiéndoles volar hacia adelante, hacia atrás, y mantenerse suspendidos en el aire, como un pequeño helicóptero. Su velocidad en vuelo puede superar los 54 kilómetros por hora, un récord para su tamaño.

Aunque sus patas son cortas y no les sirven para caminar o saltar como a otras aves, utilizan sus garras para posarse en tallos o pétalos. Durante el vuelo, mantienen las patas recogidas para optimizar la aerodinámica.

Colibrí. Foto: Freepik
Colibrí. Foto: Freepik

Su alimentación se basa principalmente en el néctar de flores, que les proporciona la energía necesaria para su frenético ritmo metabólico, complementado con insectos que les aportan proteínas.

Una estrategia vital para su supervivencia es la capacidad de entrar en un estado de letargo durante la noche o cuando los recursos alimenticios escasean, reduciendo drásticamente su metabolismo para conservar energía.

Más allá de su tamaño, el colibrí es un verdadero prodigio de la evolución. Sus colores iridiscentes y vuelos impresionantes lo convirtieron en un símbolo de belleza natural y un objeto de admiración para científicos y amantes de la naturaleza por igual.

Colibrí. Foto Unsplash
Colibrí. Foto Unsplash

Por último, es importante destacar que forman parte de la fascinante historia evolutiva de las aves, siendo los dinosaurios terópodos avianos más pequeños que aún sobreviven, un vínculo vivo con el pasado remoto de la Tierra.