Consejos para hacer feliz al mejor amigo del hombre: las zonas ideales para acariciar a un perro, según expertos

Los perros no son solo mascotas, sino compañeros leales que brindan afecto incondicional. Sin embargo, no todas las caricias resultan igual de agradables para ellos; según expertos en comportamiento canino, elegir correctamente el lugar donde se acaricia puede marcar la diferencia entre un gesto común y una experiencia placentera para el animal.
Los especialistas destacan que observar las reacciones del perro ante distintos tipos de contacto permite identificar sus preferencias y asegurar que la interacción sea agradable y respetuosa, fortaleciendo así la relación de confianza y afecto mutuo.

Así, antes de decidir dónde acariciar a un perro, es importante hacer foco en su lenguaje corporal. Cada animal tiene sus propias preferencias, relacionadas con su personalidad, su edad y sus vivencias anteriores.
Observar la postura, la suavidad del cuerpo y el movimiento de la cola puede anticipar si el perro está relajado y abierto a la interacción: si el animal presenta las orejas hacia atrás o mantiene el cuerpo rígido, lo mejor es respetar su espacio sin intentar acercamientos.
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Las zonas exactas en las que acariciar a un perro para mayor placer del animal
A la mayoría de los perros les encantan las caricias detrás de las orejas o en la coronilla, siempre y cuando se inicie el contacto de forma suave y sin movimientos bruscos. Algunas zonas, como el cuello y la parte de debajo de la garganta, suelen ser dos de los puntos favoritos.

Acariciar estas áreas no solo contribuye al bienestar del perro, sino que también estimula las vías nerviosas relacionadas con la relajación. Por ejemplo, realizar movimientos suaves y circulares en el cuello refuerza el vínculo con el cuidador y transmite sensaciones de cuidado y protección.
La zona del abdomen, en cambio, requiere un enfoque más cauteloso: aunque algunos perros muestran confianza al exponer esta área, no todos disfrutan del contacto allí. Los especialistas sugieren acercarse lentamente y prestar atención a las reacciones del animal, comenzando, por ejemplo, con caricias en los costados para ganar su confianza antes de tocar la zona abdominal.