Un nuevo estudio pone en duda los efectos negativos de usar el celular de noche: ¿realmente afecta el sueño?
Una investigación realizada por universidades de Canadá plantea que el uso del celular antes de dormir no tendría un impacto tan negativo como indicaban estudios previos. Los resultados, basados en más de mil adultos, sugieren que el efecto de las pantallas en el descanso depende diversos factores.

Durante años, la presencia del teléfono celular en la mesita de luz se convirtió en uno de los principales señalados al momento de explicar problemas de insomnio, despertares nocturnos o dificultades para conciliar el sueño.
Sin embargo, una nueva investigación realizada por especialistas de la Universidad Metropolitana de Toronto (TMU) y la Universidad Laval desafía esta visión y plantea que la relación entre pantallas y descanso es más compleja, y tal vez menos perjudicial, de lo que se creía.

El trabajo, publicado en la revista Sleep Health, analizó los hábitos nocturnos de 1.342 adultos canadienses. Los investigadores se centraron especialmente en el uso de dispositivos electrónicos durante la hora previa a acostarse, un periodo habitualmente considerado crítico para la higiene del sueño.
Los datos arrojan un primer punto de interés: el 45,3% de los encuestados reconoció usar pantallas todas las noches, y más del 80% lo hacía al menos una vez al mes. Pese a ello, quienes empleaban estos dispositivos de manera cotidiana no reportaron una peor calidad de sueño en comparación con quienes no los utilizaban nunca.
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Por el contrario, el grupo que afirmó usar pantallas solo algunas noches por semana mostró un descanso más deficiente, un resultado inesperado que los investigadores aún analizan.

Luces, hormonas y matices necesarios
Durante décadas, la recomendación generalizada fue limitar el uso del celular por la noche debido al posible efecto de la luz azul sobre la melatonina, la hormona que induce el sueño.
Estudios previos, como los difundidos en Journal of Applied Physiology y Brain Communications, habían sugerido que mantener distancia del dispositivo al menos una hora antes de dormir podía reducir ese impacto.
No obstante, la coautora del estudio, Colleen Carney, especialista en trastornos del sueño, advierte que buena parte de la evidencia previa proviene de experimentaciones en laboratorio realizadas con condiciones poco comparables a la vida real. Además, muchos de esos trabajos se centraron en adolescentes y jóvenes, un grupo más sensible a las alteraciones hormonales provocadas por la luz azul.

El nuevo análisis, en cambio, se basa en hábitos cotidianos y muestra que una amplia mayoría de adultos utiliza pantallas sin registrar un deterioro claro en la calidad del sueño.
No es solo la luz: importa el contenido
Otro aporte relevante del trabajo es la distinción entre exposición lumínica y actividad. Los investigadores sostienen que no todas las interacciones con un dispositivo tienen el mismo efecto: contenidos fuertemente estimulantes, notificaciones constantes o conversaciones que generan estrés pueden dificultar la desconexión mental necesaria para dormir.
El psiquiatra Alex Dimitriu consideró que el estudio constituye un avance porque desmonta la idea de que las pantallas, por sí solas, deterioran el descanso. Sin embargo, advierte que los teléfonos mantienen un atractivo constante y pueden interferir con la relajación, incluso sin afectar directamente la melatonina.

Diferencias por edad y sexo biológico
El estudio también introdujo una observación novedosa: la irregularidad del sueño apareció asociada al uso de pantallas antes de dormir únicamente en hombres, no en mujeres. Los autores subrayan que esta diferencia requiere más investigación para comprender su significado.
En paralelo, especialistas remarcan que los efectos varían según la edad: mientras que adolescentes y jóvenes son más sensibles a la luz azul, los adultos mayores muestran reacciones menos marcadas.
Aunque el nuevo trabajo aporta evidencia valiosa, los expertos coinciden en que la relación entre pantallas, hábitos digitales y descanso nocturno sigue siendo un tema abierto. La variedad de dispositivos, contenidos y usos hace difícil establecer reglas universales.



















