Guaymallén, Jorgito, Havanna y más: las historias y secretos detrás de los alfajores argentinos más populares

El alfajor ocupa un lugar de privilegio en la mesa y en el corazón de los argentinos. Con un promedio anual de 79 unidades consumidas por habitante, este producto es mucho más que una golosina: es un símbolo cultural con fuerte arraigo emocional y presencia en kioscos, rutas y aeropuertos de todo el país.
Detrás de ese fenómeno, sin embargo, existe un ecosistema empresarial variado, donde conviven grandes compañías industriales, emprendimientos familiares y estrategias comerciales que marcaron el rumbo del mercado. En el Mes del Alfajor, repasamos algunas de las historias más representativas de las marcas que lideran la preferencia del público.

El imperio popular de Guaymallén
Fundada en 1945, Guaymallén es una de las marcas más vendidas de la Argentina. Todo comenzó con una epifanía de Ulpiano Fernández, quien al observar a un vendedor ambulante de alfajores artesanales, imaginó su producción a escala industrial.
A partir de una modesta planta ubicada en Constitución, nació una empresa que, en la actualidad, produce tres millones de unidades diarias. A su vez, su vínculo con el deporte es parte de su identidad.
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La marca alcanzó notoriedad internacional cuando el boxeador Marcos “Chino” Maidana mostró un alfajor Guaymallén en plena pelea ante Floyd Mayweather, un momento que su actual director, Néstor Basilotta, describió como “el PNT más caro de la historia”.
Actualmente, la compañía continúa en manos de la familia fundadora y exporta a mercados como Estados Unidos y Europa.
Havanna: de Mar del Plata al mundo
En 1947, una confitería marplatense llamada Havanna fue el origen de una de las etiquetas más representativas del alfajor premium argentino. Su receta, resultado del trabajo de tres socios –un italiano, un griego y un santafesino–, se convirtió rápidamente en sinónimo de calidad.

Con los años, la firma pasó por distintos dueños hasta ser adquirida por el fondo Inverlat. Hoy en día, cuenta con más de 300 locales propios y presencia en varios continentes.
Tal es así que en 2023, invirtió más de $1.000 millones para modernizar su producción y ampliar sus exportaciones a mercados de Asia, Europa y Medio Oriente.
Fulbito: el alfajor que jugó en todas las canchas
Sencillo, sin baño y con forma de pelota de fútbol, el Fulbito se posicionó en los años 90 como un referente del segmento económico. Su fabricante, Cadasa (Compañía Americana de Alimentos), produce un millón de alfajores diarios y también es responsable de marcas reconocidas como Nevares.

La popularidad de Fulbito fue reforzada por campañas publicitarias originales, como la que incluyó a un doble de David Beckham, bautizado irónicamente “David Becan”.
Jorgito y Fantoche: pacto de caballeros y una rivalidad contenida
Jorgito y Fantoche emergieron en la década del 60 y, lejos de enfrentarse, sus fundadores sellaron un pacto para repartirse el mercado: mientras Jorgito concentró su estrategia en Buenos Aires, Fantoche apuntó al interior del país, especialmente al Litoral y Córdoba.
Fantoche innovó con el primer alfajor triple, que luego registró como marca para proteger su invención. Actualmente ofrece también versiones cuádruples. Jorgito, por su parte, mantuvo su esencia familiar y un posicionamiento cercano al público infantil y nostálgico.

La industria del alfajor no solo resiste el paso del tiempo, sino que se adapta y crece. Con exportaciones en aumento, nuevos sabores y formatos, y una relación simbiótica con el consumidor argentino, este producto sigue siendo una muestra viva de la cultura local.
Mientras las grandes marcas apuestan por la internacionalización y la innovación, el alfajor mantiene su reinado cotidiano en kioscos y mochilas escolares. Su éxito, como queda claro en estas historias, no es solo cuestión de sabor, sino también de visión y trabajo.