Historia y curiosidades de Alaska, la región más rusa de Estados Unidos que reunirá a Trump con Putin

Alaska no solo representa un punto en común en los viajes que deben realizar Donald Trump (5400 kilómetros en línea recta desde Washington) y Vladímir Putin (casi 7000 kilómetros desde Rusia hasta el punto de encuentro en la base militar) para reunirse, sino también un lugar con significado para estadounidenses y rusos.
Este remoto rincón subártico del noroeste americano, que se convierte en el centro de la política mundial, tiene una historia que no es ajena para ninguno de los dos países: pasó de ser una colonia rusa a territorio estadounidense.

Alaska fue territorio ruso principalmente debido a la exploración y colonización rusa a partir del siglo XVIII, pero fue vendida a Estados Unidos en 1867. La razón principal de la venta fue que Rusia, debilitada tras la Guerra de Crimea y con dificultades para defender el territorio, temía que Gran Bretaña (que controlaba Canadá) lo conquistara. Además, el comercio de pieles, que había sido la principal actividad económica en Alaska, estaba en declive.
La nación europea mostró interés. Sin embargo, Estados Unidos, rival de la época, no quiso cederle ese triunfo y ofreció la gran suma de 7,2 millones de dólares, considerable para aquel tiempo, dado que veía en Alaska una oportunidad estratégica y económica, en línea con su política de expansión.
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Alaska, un territorio de Estados Unidos con un ancla rusa difícil de esquivar
Aunque Alaska es uno de los 50 estados del país norteamericano, es el único donde la presencia rusa sigue siendo inconfundible: actualmente, unas 80 comunidades de la Iglesia Ortodoxa Rusa celebran la Navidad según el rito ortodoxo a comienzos de enero.
El que ahora es el estado más grande de EE.UU. -aproximadamente una quinta parte de la superficie total del país-, exploradores y comerciantes rusos establecieron asentamientos en la región, dejando su impronta en la arquitectura, gastronomía y nomenclatura de poblaciones y sitios.

Incluso hoy, en ciudades como Sitka o Kodiak, se conservan antiguas catedrales ortodoxas, tradiciones culinarias como el borsch y festividades que combinan costumbres nativas con influencias eslavas, manteniendo viva una identidad cultural única en Estados Unidos.
La importancia de Alaska para Estados Unidos
William Seward, el entonces secretario de Estado de EE.UU., lideró las negociaciones para la compra de tierras y logró un tratado con el zar ruso Alexander II. Inicialmente, la compra de Alaska fue calificada como la “locura de Seward” por los críticos, convencidos de que el territorio era una inmensidad desolada que no tenía mayor utilidad económica.
Pero Alaska es mucho más que simple tierra. Es también un enorme depósito de recursos naturales: a mediados del siglo XX, las petroleras encontraron enormes yacimientos en el norte del estado, que desde entonces fueron explotados de manera intensiva.
Es tal la riqueza petrolera de Alaska que el gobierno regala todos los años a los habitantes del estado, por el solo hecho de vivir allí, una bonificación que puede llegar a miles de dólares. Alaska es hoy una poderosa economía con casi 750.000 habitantes y un PBI de US$70.000 millones anuales. Dicho de otra manera, cada año produce más de 400 veces lo que Rusia obtuvo en total al vender el territorio en el siglo XIX.