Es un cambio de era para el Reino Unido; no solo en política interna, sino también en relación a cómo posicionarse frente al nuevo ordenamiento internacional.
Isabel II batió récord como monarca: reinó durante 70 años y se convirtió en un símbolo de unión. Foto: archivo Reuters.
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Independientemente de las apreciaciones personales sobre su figura, no se puede desconocer que Isabel II marcó toda una era para el Reino Unido. Setenta años al frente de la monarquía más influyente del mundo y toda una serie de acontecimientos globales en el camino: desde la construcción del muro de Berlín hasta la invasión rusa a Ucrania.
Al día de hoy, se debate si Isabel no marca en algún punto, el inicio de esa disgregación imperial del Reino Unido, post Segunda Guerra Mundial con los movimientos independentistas de África y Asia en pleno ascenso. Aunque podríamos decir que –políticamente-, esa disgregación comenzó antes de su llegada al trono, efectivamente se consolidó “durante”. Sin embargo, Isabel siguió siendo la cara visible de la Commonwealth (o Mancomunidad de Naciones) que agrupa a todas las excolonias británicas (y también a los territorios de ultramar que siguen dependiendo del Reino Unido), y que a lo largo de tantos años solo sufrió la salida de Irlanda y de Zimbabue del grupo.
Personas hacen fila cerca del Puente de la Torre para presentar sus respetos tras la muerte de la reina Isabel de Inglaterra. Foto: Reuters.
La idea del “unionismo” (práctica de mantener unificado al Reino Unido) se apoyaba siempre en la fortaleza de la figura de Isabel. Incluso el Sinn Fein (partido nacionalista irlandés que aboga por la reunificación de Irlanda) respetaba a la antigua monarca. Su figura mantenía cierta unidad al interior del Reino Unido (sobre todo frente al avance del independentismo escoces tras el Brexit) y también de cara al exterior, sobre en las colonias y excolonias. Todo eso desapareció el pasado jueves con su repentina muerte.
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Es de público conocimiento que Carlos III no es una figura que genere simpatía en buena parte de la sociedad británica. Más allá de lo que representa la monarquía, en los últimos años, a razón del Brexit y de numerosos problemas económicos que empezó a reportar el Reino Unido, los partidos independentistas o nacionalistas del Reino Unido volvieron a cobrar fuerza. Ejemplo de ello son los nacionalistas escoceses que están planificando un nuevo referéndum para el año próximo, con la intención de independizarse del Reino Unido.
El rey Carlos y su esposa Camila, la reina consorte. Foto Reuters.
Sin embargo, el caso de Escocia no es el único. Este mismo año, el Sinn Fein de Irlanda del Norte, fue el partido más votado del sector de Irlanda que permanece bajo control del Reino Unido. Un partido pro reunificación con Irlanda que no deja de subir en las encuestas y que genera cada vez más simpatías. En ese contexto, Carlos III eligió Irlanda del Norte como su primer lugar de visita ya oficialmente como rey, y aunque enormes columnas esperaron su llegada, también decenas de personas fueron arrestadas por concurrir a su visita con carteles favorables a la reunificación con Irlanda o bajo consignas como “Tú no eres mi rey”. Irlanda del Norte y Escocia son, hoy, dos calderos para la Corona británica que debe seguir los acontecimientos de cerca si pretende seguir sosteniendo el título de “Reino Unido”.
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Por fuera de la política interna, el Reino Unido tiene grandes desafíos también. Sin Isabel, parece que el juramento de lealtad a la Corona británica tambalea en varios países. Una primera muestra de lo que podría pasar con la Commonwealth la tuvimos en diciembre de 2021, cuando Barbados decidió abolir su juramento a la corona británica y proclamarse como una República. Esta experiencia parece ser el motor de los abolicionistas del juramento de lealtad a la corona en distintos rincones de la Mancomunidad.
Sin ir muy lejos, el pasado domingo, el Primer Ministro de Antigua y Barbuda, Gastón Browne, anunció su intención de celebrar antes del 2025 un referéndum para que el archipiélago caribeño se convierta en una República y remueva la figura del monarca británico como Jefe de Estado. En la misma sintonía parece ir Jamaica que anunció hace pocos días su intención de transformarse en una República en breve, y de abolir el juramento a la corona británica.
La posibilidad de que la Commonwealth empiece a sufrir ciertas fisuras es real. Por supuesto que, debido a los tiempos burocráticos de los países, esto podría tomar varios años. Sin embargo, existe una tendencia que hace que podamos esperar que el Reino Unido tendrá que enfrentar -en los próximos años-, la posibilidad de varios juramentos rotos debido al cambio geopolítico. Sin Isabel, para muchos, ya nada será lo mismo y es hora de dar el siguiente paso.
Por otro lado, Reino Unido enfrenta un escenario de vísperas a un invierno que se sabe, será muy duro. A esto se le suma una Primera Ministra recientemente llegada, que debe atender los reclamos de la ciudadanía británica en relación a los aumentos del suministro de gas y de electricidad.
Primera ministra Liz Truss en el Parlamento. Foto: Reuters.
Además, la aceleración inflacionaria que repercute sobre los salarios de los trabajadores, estaba generando, en las últimas semanas, numerosas huelgas que van desde los portuarios hasta los recolectores de residuos. En ese contexto, el Reino Unido tendrá enormes desafíos: internos, y también externos.
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