La capacidad de poder del peronismo, en duda por la crisis interna del Gobierno

La grieta entre Alberto Fernández y Cristina Kirchner frena soluciones y complica la gobernabilidad.

Por Marcelo García

Lunes 11 de Julio de 2022 - 11:23

Cristina Kirchner y Alberto Fernández, Gobierno, NACristina Kirchner y Alberto Fernández. Foto: NA.

La actual situación que atraviesa la Argentina desde el cruce de posturas e inocultable enfrentamiento en el seno mismo del Gobierno nacional, no hizo otra cosa más que dar por tierra con una afirmación que se repite, una y otra vez, desde hace décadas. Se trata de aquella máxima que afirmaba a los cuatro vientos que solo el peronismo es capaz de gobernar y conducir los destinos de un país como no hay otro igual. Con sus cosas buenas, claro; pero sobre todo con sus costados complejos y tan sui géneris.

Por años, esa afirmación pareció dar la razón a quienes por una u otra cosa la esgrimían, y para eso bastará con dar una mirada a hechos de la historia no tan lejana, como por ejemplo la salida de la crisis del Gobierno de Raúl Alfonsín, y también los duros tiempos que siguieron a la renuncia de Fernando de la Rúa. Siempre y en todos los casos, el peronismo apareció en el centro de la escena para tomar las riendas y -en definitiva- el poder y su control.

Pero, como dice una canción, "cambia, todo cambia". Y, en efecto, cambió. Es que la coyuntura muestra a un peronismo en un escenario inédito. Vale decir, que se divide y se quiebra estando en uso del poder. La grieta interna en el Frente de Todos, esa misma grieta que muchos se negaban a presagiar, finalmente se manifiesta del modo más dramático. Las pujas son harto evidentes y pese a que se trata de disimular, llegó el desamor entre quienes conforman la coalición oficialista.

 

Crisis energética en Ecuador. Foto: EFE

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Oposición desde adentro

Claro que los hechos demuestran que muchas veces la línea entre oposición y oficialismo se desdibuja hasta límites insospechados. De hecho en la mayoría de los casos son más las críticas internas que las externas y eso se traduce en una creciente desconfianza de la gente. No es para menos. El peronismo ya no da la misma sensación de tener bajo control el estado de cosas y el votante medio, el ciudadano común, hombres y mujeres de a pie, perciben que esa famosa y tradicional capacidad de poder del peronismo se ha desvanecido en el aire como una pompa de jabón.

El incendio que sucedió recientemente con la apresurada salida de Martín Guzmán del Ministerio de Economía, tras haber sido duramente cuestionado por la vicepresidenta y el entorno del Kirchnerismo duro, no pudo ser apagado con la llegada de su sucesora, Silvina Batakis, que -pese a venir del riñon kirchnerista- es también blanco de críticas por mostrarse plegada a las supuestas políticas económicas del presidente. Y así, nuevamente, otro motivo para más cruces y chicanas que solo colaboran para que la imagen del peronismo siga cayendo en picada. Y los responsables son las actuales autoridades, y no la vieja historia.

Desde un sector se propuso el cambio, pero ese mismo cambio ahora se cuestiona. Así, la debilidad de la gestión queda en evidencia.

Muy atrás quedaron los tiempos en que el Teniente General Juan Domingo Perón encolumnaba al peronismo todo, o incluso -más acá en la historia- los días en que Carlos Menem (sin entrar en comparaciones inconducentes) logró hacer algo similar en términos de lealtad.

No se trata solo de cuestiones relacionadas a la economía, cada vez más maltrecha; sino de temas políticos, de gobernabilidad y de autoridad bien entendida hacia adentro y hacia afuera. Hoy, todo eso, el peronismo actual lo deja en duda.

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