Estrés, angustia, ansiedad y depresión son algunas de las condiciones cuya incidencia se incrementó significativamente en los últimos años.
La salud mental es un pilar esencial para nuestra salud y bienestar. Sin embargo, una de cada ocho personas en el mundo padece algún problema de este tipo, lo que puede repercutir en su salud física, su bienestar, su relación con los demás y sus medios de subsistencia. Además, es preocupante el creciente número de adolescentes y jóvenes que enfrentan problemas similares, lo que acentúa la urgente necesidad de abordar esta problemática de manera efectiva y prioritaria.
De acuerdo con datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS), en América Latina, 100.000 personas pierden la vida debido al suicidio cada año.
“Un trastorno mental se caracteriza por una alteración clínicamente significativa de la cognición, la regulación de las emociones o el comportamiento de un individuo. Por lo general, va asociado a angustia o a discapacidad funcional en otras áreas importantes. Hay muchos tipos diferentes de trastornos mentales. También se denominan problemas de salud mental, aunque este último término es más amplio y abarca los trastornos mentales, las discapacidades psicosociales y estados mentales asociados a una angustia considerable, discapacidad funcional o riesgo de conducta autolesiva”, explica la OMS.
Los más frecuentes son la ansiedad y los trastornos depresivos, que en 2020 aumentaron considerablemente debido a la pandemia de COVID-19 , arrojando un incremento del 25 % .
“El alto nivel de incertidumbre que causó la pandemia generó un grado de estrés crónico que devino sobre todo en cuadros anímicos, ansiosos y fóbicos. Subieron las tasas de ideación de muerte y suicidio consumado. Además, aumentó muchísimo la consulta de adolescentes”, explica a Canal26.com la Dra. Agustina Varela (MN 115.790), médica especialista en psiquiatría y medicina legal.
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Aunque existen opciones eficaces de prevención y tratamiento, la mayoría de las personas que padecen trastornos mentales no tienen acceso a una atención efectiva. Además, muchos sufren estigma, discriminación y violaciones de los derechos humanos. Esto dificulta la inclusión social y el acceso a la atención adecuada.
“El prejuicio contra la salud mental existe y se ve constantemente en la sociedad. Parecería ser que la enfermedad mental no es considerada como tal, en comparación con los trastornos físicos. Al mismo tiempo, las personas tienen miedo de quedar encasilladas por ir a un “médico para locos”, perder su personalidad, que los mediquen y quedar adictos a los remedios”, explica la Varela.
En muchos países, las personas con problemas de salud mental no tienen acceso a servicios de calidad, son sometidas a tratos inhumanos y, en algunos casos, abusos, incluso en entornos de atención de salud, donde deberían ser protegidas.
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Argentina cuenta desde 2010 con una Ley de Salud Mental reconocida como una de las más destacadas de la región. Sin embargo, desde que entró en vigencia generó un intenso debate público. Las críticas apuntan a que los pacientes continúan enfrentando dificultades para acceder a una atención integral y de calidad, experimentando problemas en las internaciones y la falta de acceso oportuno a los tratamientos necesarios. Otro de los puntos más cuestionados es la prevalencia de la voluntad del mismo paciente a la hora de decidir acerca del tratamiento al que quiera someterse.
“La Ley 26.657 no generó grandes beneficios, incluso causó muchos más problemas de los que había. El más importante es que sustituyo el término “paciente” por “usuario del sistema de salud”, es decir que lo primero que hizo fue negar la existencia de la enfermedad mental y sus consecuencias. Es una ley que excluye al paciente del sistema de salud pública, lo arroja a la calle en pos de su libertad de elección, pero desamparado, no le da tratamiento, cobijo, ni nada”, opina la médica psiquiatra.
La persona internada bajo su consentimiento podrá en cualquier momento decidir por sí misma el abandono de la internación. “La “capacidad a priori” que tienen los usuarios obstaculiza las medidas de urgencia para implementar medidas de resguardo de la integridad física del paciente como la internación”, explica.
Por otra parte, la legislación vigente prohíbe la creación de nuevos hospitales psiquiátricos públicos y privados.
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Esta problemática incluye un abanico de síntomas. Según la especialista en psiquiatría, “toda señal que demuestre un cambio brusco en la forma de ser y de vivir de una persona, nos alerta sobre una situación que debe ser consultada con algún profesional de la salud mental para intervenir a tiempo”.
Algunas manifestaciones son:
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Además de la asistencia profesional, otro papel que desempeña un papel crucial en el pronóstico de quienes enfrentan desafíos en su salud mental es el apoyo constante brindado por familiares, amigos y otros vínculos significativos. Es importante consultar a un profesional que pueda proporcionar orientación y apoyo adecuado.
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Para hacer frente a esta tendencia, resulta crucial enfocarse en la prevención y promoción de la salud mental en todas las etapas de la vida. De esta manera, se puede optimizar la salud y el bienestar de todas las personas.
Según la OMS, más de la mitad de todos los problemas de salud mental comienzan antes de los 14 años de edad. Por eso, es importante priorizar la promoción y la prevención de esta en las primeras etapas de la vida. Esto requiere la implementación de iniciativas en las escuelas que fomenten el aprendizaje socioemocional y la resiliencia en la población joven.
“Es fundamental la educación emocional desde la escuela. Se necesitan gabinetes de psicología y psicopedagogía que hagan intervenciones y derivaciones tempranas a Salud Mental desde el colegio”, sostiene la Dra. Agustina Varela.
La salud mental es un derecho humano básico para todas las personas, sin importar su origen o ubicación. Cada individuo tiene el derecho inherente de disfrutar del máximo posible de salud mental, lo que incluye el acceso a una atención disponible, accesible, digna y de alta calidad, así como el derecho a la libertad, independencia y la integración en su entorno social.
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