Mundial de Clubes: uno por uno, de qué trabajan los jugadores de Auckland City
En un torneo que reparte mil millones de dólares en premios y reúne a los mejores futbolistas del mundo, el Auckland City que empató con Boca este martes, tiene un plantel de jugadores semi-profesionales que se entrenan por las noches y viven de otro trabajo.
El hecho de que todos los jugadores deban tener otro trabajo para subsistir, se debe a que la Federación de Nueva Zelanda impuso un tope salarial para mantener el espíritu amateur de su liga: ningún jugador puede cobrar más de 90 dólares por semana.
A cambio, los clubes pueden ofrecer alguna ayuda menor, como cubrir la cuota del gimnasio o el combustible, pero Auckland ni siquiera hace eso. Si el equipo juega lejos, el club paga el vuelo y la comida. Nada más.
En ese marco, los jugadores viven sus carreras deportivas con una rutina difícil de sostener. En abril, Auckland viajó a las Islas Salomón para disputar la Champions de Oceanía, pero muchos de sus referentes no pudieron estar. No por lesiones ni decisiones tácticas, sino que simplemente no les dieron permiso en el trabajo.
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De qué trabajan los futbolistas del Auckland City
Empezando por los referentes, Mario Illich, el capitán, y el zaguero Alfie Rogers trabajan como representantes de ventas en Coca-Cola. Recorren negocios, negocian contratos e implementan estrategias para crecer en un mercado donde nadie los conoce por lo que hacen los domingos.
El goleador Angus Kilkolly, era pintor, pero ahora es asesor comercial en Milwaukee, una empresa de herramientas para la construcción. Por su parte, el lateral Regont Murati trabaja en logística, y Jerson Lagos corta el pelo en una barbería de barrio.
Adam Bell atiende en una tienda que vende de todo: desde pintura hasta plantas. El arquero Conor Tracey, que perdió el puesto tras la goleada sufrida ante el Bayern, pasa los días manejando un elevador en el depósito de una fábrica, cargando cajas de un lado a otro.
Dylan Manickum, atacante y capitán de la selección neozelandesa de fútbol sala, se desempeña como ayudante de ingeniero vial. Adam Mitchell, el otro capitán, es agente inmobiliario: trabaja con su padre, cuya agencia patrocina a un equipo rival de la liga.
El delantero Joseph Lee está en atención al cliente en una empresa de celulares y electrodomésticos. Y Gerard Garriga se dedica a dar charlas en escuelas para promover el fútbol en el país. Los más jóvenes aún viven con sus padres o estudian. Ninguno vive exclusivamente del fútbol.