Los futbolistas, que debieron pedirse vacaciones en sus trabajos, viven de otras profesiones debido a que la liga es amateur en Nueva Zelanda.
Por Canal26
Lunes 23 de Junio de 2025 - 15:14
Los futbolistas del Auckland City son amateurs. Foto: Reuters/Nathan Ray Seebeck
En un torneo que reparte mil millones de dólares en premios y reúne a los mejores futbolistas del mundo, hay un club que rompe el molde: Auckland City. Aunque es multicampeón de Oceanía, tiene un plantel de jugadores semiprofesionales que se entrenan por las noches y viven de otro trabajo.
En la última fecha de la fase de grupos del Mundial de Clubes, Boca Juniors deberá enfrentar al conjunto de Nueva Zelanda que es el único equipo amateur de la competencia.
Los jugadores viven de otras profesiones. Foto: Reuters/Nathan Ray Seebeck
El hecho de que todos los jugadores deban tener otro trabajo para subsistir, se debe a que la Federación de Nueva Zelanda impuso un tope salarial para mantener el espíritu amateur de su liga: ningún jugador puede cobrar más de 90 dólares por semana.
A cambio, los clubes pueden ofrecer alguna ayuda menor, como cubrir la cuota del gimnasio o el combustible, pero Auckland ni siquiera hace eso. Si el equipo juega lejos, el club paga el vuelo y la comida. Nada más.
El arquero del Auckland City, Nathan Garrow. Foto: Reuters/Nathan Ray Seebeck
En ese marco, los jugadores viven sus carreras deportivas con una rutina difícil de sostener. En abril, Auckland viajó a las Islas Salomón para disputar la Champions de Oceanía, pero muchos de sus referentes no pudieron estar. No por lesiones ni decisiones tácticas, sino que simplemente no les dieron permiso en el trabajo.
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Empezando por los referentes, Mario Illich, el capitán, y el zaguero Alfie Rogers trabajan como representantes de ventas en Coca-Cola. Recorren negocios, negocian contratos e implementan estrategias para crecer en un mercado donde nadie los conoce por lo que hacen los domingos.
El goleador Angus Kilkolly, era pintor, pero ahora es asesor comercial en Milwaukee, una empresa de herramientas para la construcción. Por su parte, el lateral Regont Murati trabaja en logística, y Jerson Lagos corta el pelo en una barbería de barrio.
Los distintos trabajos de los futbolistas del Auckland City. Foto: Reuters/Nathan Ray Seebeck
Adam Bell atiende en una tienda que vende de todo: desde pintura hasta plantas. El arquero Conor Tracey, que perdió el puesto tras la goleada sufrida ante el Bayern, pasa los días manejando un elevador en el depósito de una fábrica, cargando cajas de un lado a otro.
Dylan Manickum, atacante y capitán de la selección neozelandesa de fútbol sala, se desempeña como ayudante de ingeniero vial. Adam Mitchell, el otro capitán, es agente inmobiliario: trabaja con su padre, cuya agencia patrocina a un equipo rival de la liga.
El delantero Joseph Lee está en atención al cliente en una empresa de celulares y electrodomésticos. Y Gerard Garriga se dedica a dar charlas en escuelas para promover el fútbol en el país. Los más jóvenes aún viven con sus padres o estudian. Ninguno vive exclusivamente del fútbol.
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