Ni ghosting ni orbiting: qué es el ‘dry texting’ y cómo afecta a las relaciones

En tiempos de hiperconectividad, el dry texting es una práctica cada vez más común. Esta forma de comunicación —que se basa en contestar con respuestas mínimas, frías o sin emoción— está ganando espacio sobre todo entre los jóvenes.
Sin embargo, detrás de esa aparente simpleza puede esconderse un problema: una forma de comunicación distante y carente de empatía. Aunque pueda parecer un modo más práctico y resumido de hablar, en realidad muchas veces resulta fría y poco cercana.

El impacto del “dry texting” en los vínculos
El dry texting suele interpretarse como una señal de desinterés, incomodidad o falta de conexión con el otro. De acuerdo con expertos en psicología, este tipo de respuesta puede generar inseguridad, frustración e incluso malestar emocional en quien la recibe. En ciertos casos, se la considera una forma sutil de violencia emocional o una actitud pasivo-agresiva.
Uno de los grandes desafíos de la comunicación digital es la falta de gestos, tono de voz y contexto. Esto hace que los mensajes breves o fríos se malinterpreten con facilidad. A veces no hay mala intención: simplemente puede ser cansancio, distracción o poca habilidad para expresarse por texto.
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Cómo lograr una comunicación más sana
Para evitar los efectos negativos del dry texting, los especialistas recomiendan mantener la calidez en las conversaciones virtuales. Mostrar interés genuino, responder con empatía y validar lo que el otro dice son pequeños gestos que fortalecen los vínculos.
Aunque las tecnologías cambiaron nuestra forma de relacionarnos, es importante no perder el valor del diálogo y la cercanía. En un contexto donde el dry texting se vuelve cada vez más habitual, apostar por la conexión emocional y el respeto en los chats puede marcar una gran diferencia en el bienestar de las relaciones.