“La Doctrina Monroe en práctica”: el creciente interés de Estados Unidos en América Latina

El respaldo al peso argentino y la intervención en el régimen venezolano, algunos de los ejemplos. El caso de Brasil. Análisis de Louis-Vincent Gave, de Gavekal Research, una compañía de investigación financiera.
Reunión de Javier Milei con Donald Trump.
Reunión de Javier Milei con Donald Trump. Foto: REUTERS

Cuando Marco Rubio decidió que su primer viaje al extranjero como secretario de Estado de Estados Unidos -en la primera semana de febrero- sería a América Latina, envió una fuerte señal para la región y para el mundo.

Dada la proliferación de crisis en todo el mundo (Israel, Gaza, Rusia-Ucrania, Yemen, las tensiones con China), el viaje de Rubio fue una declaración de la intención de la administración estadounidense: reconstruir lo que Gavekal vino a llamar en nuestra investigación “Fort Monroe”.

Ya sea a través de su postura agresiva hacia Canadá, sus reclamos sobre Groenlandia, sus presiones sobre México -que ha puesto en Derechos de importación sobre automóviles chinos- su crítica a las decisiones de la Corte Suprema de Brasil, o su presión sobre Panamá para que expulse a Hutchison.

La administración de Trump ha estado ocupada indicando al mundo que hay dos tipos de países: los que se encuentran en América y los que no. Esta nueva doctrina del “Fort Monroe” ha estado a la vista en las últimas semanas. A considerar:

Respaldo al peso argentino

En Argentina, la derrota electoral sufrida por el partido de Javier Milei en las elecciones provinciales de Buenos Aires celebradas a principios de septiembre han desatado una ola de pánico entre los inversores. Marcados por la larga historia de Argentina de impagos y devaluaciones, han empezado a encaminarse hacia la salida.

Reunión de Javier Milei con Donald Trump.
Reunión de Javier Milei con Donald Trump. Foto: NA

Las administraciones estadounidenses generalmente se quedaron sentadas cuando Argentina se derrumbó. En realidad, Estados Unidos no tiene intereses nacionales masivos en Argentina. Pero esta vez, el secretario del Tesoro de Estados Unidos intervino para ofrecer una barrera; un movimiento que ha detenido (al menos por ahora) al peso argentino y evitado que el mercado de bonos colapsen.

Por supuesto, parte de este apoyo podría ser ideológico; sería mucho mejor para Estados Unidos si Milei resulta un éxito y no un fracaso. Pero todo esto nos lleva de nuevo al punto que a Estados Unidos ahora le importa más lo que sucede en las Américas.

Contra el régimen de Maduro en Venezuela

En Venezuela, el gobierno de Estados Unidos ni siquiera finge no estar trabajando activamente para lograr un cambio de régimen. Su nueva estrategia es apuntar a narcos y, con suerte, aislar al régimen de Nicolás Maduro de una fuente clave de financiación en divisas. Si tiene éxito, habrá varios resultados positivos y ramificaciones.

Para empezar, se recortaría la financiación para las guerrillas de extrema izquierda en toda la región (aunque, para ser justos, éstas han sido un problema menor en los últimos años en comparación a la década anterior).

En segundo lugar, un nuevo régimen en Venezuela probablemente fomentaría el petróleo. Las grandes empresas regresarían y la producción se recuperaría. Durante la última década, Venezuela (que todavía posee las mayores reservas probadas de petróleo del mundo) ha pasado de exportar aproximadamente 1,5 millones de bpd (barriles por día) a sólo 600.000.

En el Pentágono, informes recientemente filtrados, parecen indicar que las revisiones se centran en preparar al ejército estadounidense para defender Occidente más que en mantener una presencia imperial global (una una petición mucho mayor en la era de la guerra con drones y los misiles hipersónicos).

Los mercados están notando esta reorientación de la política estadounidense hacia América Latina.

Estados Unidos es, en términos generales, optimista respecto de la región. En primer lugar, si Estados Unidos ahora está dispuesto intervenir y brindar respaldo a los regímenes que considera amigables, esto reduce drásticamente el riesgo de invertir en esos países, al menos en dólares estadounidenses.

En segundo lugar, si Estados Unidos ahora está más interesado en el éxito económico de la región, entonces, en términos relativos, es menos probable que Estados Unidos imponga aranceles punitivos y otras medidas restrictivas en la región.

Esto es cierto excepto en países como Brasil, con los que se produce un verdadero choque político (un choque que podría disiparse después de octubre de 2026). Pero incluso allí, el mercado de deuda pública brasileña ha generado espléndidos rendimientos en lo que va del año para los inversores.

La conclusión es simple: en nuestra era de tensiones geopolíticas y de incertidumbre cada vez mayor sobre el rumbo de la política estadounidense, Estados Unidos girando hacia América Latina parece ser lo más cercano a una certeza que se puede tener.

Esta es, en términos generales, una buena noticia para la subvaluada región latinoamericana, las monedas y para los bonos gubernamentales latinoamericanos.

Un entorno de caída de las tazas reales y subida de las monedas casi siempre es muy favorable para los precios de los activos locales (ya sean inmobiliarios, acciones o bonos corporativos). Por lo tanto, parece cada vez más que América Latina ha inició un nuevo escenario de triple mérito.