Donald Trump en su laberinto | Por Andrés Repetto
El hombre que busca mostrarse duro y peligroso es visto por otros hombres duros, en realidad, como alguien fácil de manipular.
Alguna vez en campaña el presidente de Estados Unidos dijo que nadie sabía lo que él iba a hacer, y profundizó la idea diciendo que a veces ni él lo sabía. Su hijo, en una conferencia también en estos días, sostuvo que nadie sabe qué pasos iba a dar su padre, que era impredecible.
En el contexto de una escalada militar y tantos frentes abiertos para EE.UU., ¿puede el Comandante en Jefe no saber qué paso le seguirá al otro?
La teoría del “loco”, el hombre que es imposible de descifrar, ya no parece darle los resultados que el presidente Trump imagina. En otras guerras incluso hay quienes ya tienen su máquina “enigma” que logra descifrar sus movimientos. ¿Ocurrirá con la crisis en torno a Venezuela?
El hombre que busca mostrarse duro y peligroso es visto por otros hombres duros, en realidad, como alguien fácil de manipular.
A todo esto: los generales que ahora lo rodean, al igual que todo su entorno, ¿le dicen a Trump lo que quiere escuchar? Si es así —como el escorpión que picó el lomo de la rana en medio del río— su naturaleza puede además jugarle en contra.
Desde que llegó a la Casa Blanca en su segunda presidencia no solo cambió del nombre al Pentágono por Secretaría de Guerra, también movió a los generales que podían discutir sus puntos de vista.

Trump, en su catarata de declaraciones militares y anuncios, quizás piense que sabe más que sus generales, y eso puede incluso poner en riesgo sus estrategias en tiempos de guerra. Ya no se trata de la utilización de los militares para fines políticos como la cacería de migrantes en distintas ciudades del país.
La decisión de la administración Trump de secuestrar un petrolero venezolano frente a las costas de Venezuela podría seguir la línea de buscar ahogar los recursos económicos que mantienen al régimen, pero no está claro qué tanto podría esto extenderse en el tiempo.
Al mismo tiempo, si bien es una escalada, nadie sabe cuándo ni qué tipo de ataque se llevará adelante, si bien cada paso —como si fuera un reality— nos lleva más cerca de este escenario.
Trump se mueve en su vida y en la política como también en su presidencia: como si estuviera conduciendo uno de sus programa de TV. Grandes anuncios, expectativa constante, declaraciones que generan revuelo mundial. Él parece ser el principal fan espectador de toda su impredecibilidad.
EE.UU. modificó su política de seguridad nacional demostrando su desprecio por sus socios europeos y su desinterés por lo que está pasando en Europa para centrarse en su región más directa de influencia. Por lo que viene mostrando desde hace meses, lejos parece estar la búsqueda de ese liderazgo de la mano de mostrar supuestos mutuos intereses a los países de la región, ahora es la política del matón del barrio.
La administarción Trump viene dilapidando el poder propio de una potencia. Cuánto puede permanecer su influencia en una región donde toda nación que no piensa o actúa a su voluntad puede ser susceptible de ser bombardeada, ya sea naciones ideológicamente opuestas, vecinos y aliados históricos o países como Colombia que alguna vez fueron aliados estratégicos.
En este camino, ¿cuánto tardará China en resultar, para quienes vean en Estados Unidos una amenaza, el símbolo de la estabilidad?











