Tras la sorprendente victoria de Trump, los líderes mundiales se apresuran a felicitarlo. El mundo se prepara para una nueva era de incertidumbre política y alianzas cambiantes.
Desde Washington, Estados Unidos
Ni bien se conoció su victoria, los presidentes y jefes de gobierno del mundo parecían empujarse en la fila de los saludos para felicitarlo. Claramente, como sucede en todos los órdenes de la vida y aún más en la política, no todos tenían el mismo interés, pero sí muchos de ellos la necesidad de estar en ese primer instante, subiéndose al caballo ganador.
Muy posiblemente, a partir de la arrasadora victoria de Trump, algunos de los mandatarios debieron pensar cómo encarar desde ese momento la nueva realidad a la que debían hacer frente. Si entre las filas demócratas las caras eran de angustia y preocupación, algunos de estos sentimientos se compartían en las regiones del mundo donde la interconexión con Estados Unidos es clave, y mucho más en un mundo en guerra.
Fue justamente Volodimir Zelensky uno de los primeros en ensayar el discurso de felicitaciones y hablar de acuerdos para seguir trabajando juntos por una "paz justa".
La victoria de Trump fue desde siempre una de las posibilidades, al ser el otro candidato en la contienda, pero con el diario del lunes todo se mira de otra manera. Más aún si el nuevo presidente tendrá la suma del poder público otorgado por una avalancha de voto popular, además del poder posiblemente total en el Congreso y con más resortes en la justicia.
Cuando se le preguntó al vocero ruso si Putin lo iba a llamar, se negaron a dar una afirmación, aunque era ya conocida la afinidad de ambos mandatarios. En un libro recientemente publicado en Washington se había revelado que Trump y Putin hablaron en varias oportunidades desde que dejó el cargo.
Este solo ejemplo muestra la arquitectura que deberá, por ejemplo, llevar adelante Ucrania en un futuro muy próximo. Incluso otros allegados en Europa a Donald Trump, como el presidente de Hungría, ya hicieron público el pensamiento y las intenciones del nuevo gobierno estadounidense al sugerir que Ucrania debía pensar ahora en una paz inmediata. A esto, Ucrania respondió de forma tajante, ya que considera que esa paz no puede lograrse a expensas de entregar territorio al enemigo.
Más allá fue el presidente francés, quien también felicitó rápidamente a Trump, asegurando que Ucrania debía ganar, ya que de lo contrario Europa iba a tener una potencia imperial en sus fronteras, y que nadie podría sentirse tranquilo si eso sucediese.
Lo que era una posibilidad ocurrió, y el mundo ahora buscará acomodarse a esta nueva realidad. Pero conociendo lo que sucedió en los cuatro años de su primer mandato y lo impredecible y cambiante de la personalidad del nuevo comandante en jefe de la mayor potencia mundial, estos cambios pueden ser continuos y desgastantes.
En Estados Unidos, tanto demócratas como votantes republicanos reconocen claramente la grieta que divide al pueblo estadounidense y parecen dispuestos a buscar un nuevo camino de algún tipo de reunificación. El discurso del presidente electo ante sus seguidores en su residencia de Mar-a-Lago fue en parte en ese camino. Trump habló de unidad y de profundizar esa idea, y llevarla a la práctica sería uno de los momentos más importantes de un segundo mandato. También habló de Dios y de su misión gracias a haberse salvado del intento de asesinato.
Pero, ¿cuál será el Donald Trump que gobernará durante los próximos años? ¿El mismo que lo hizo en su primera presidencia? ¿El candidato que durante esta última campaña habló de combatir a sus enemigos con el ejército? ¿El que pedía ser dictador por un día? ¿O el político que prometió unidad en su primer discurso luego de conocerse su aplastante victoria?
“América primero”, el slogan y su visión de lo que hay que hacer en su país y a nivel mundial, tendrá un impacto enorme por el contexto en el que Estados Unidos está inmerso en la actualidad y porque de por sí cualquier ficha del rompecabezas mundial que modifique esta potencia tiene un efecto dominó.
Si recordamos el proverbio chino sobre el efecto mariposa, que sostiene que el aleteo de una mariposa en un lado del mundo puede provocar un tsunami en otra región del planeta, queda claro que nada de lo que sucederá de aquí en adelante será igual.
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