Los residuos orgánicos influyen directamente en el calentamiento global: cómo reducir tu impacto

La basura domiciliaria es una de las principales fuentes de emisión de metano, un gas de efecto invernadero más potente que el CO2. Separar los reciclables en casa y hacer compost con los residuos orgánicos ayuda a enfrentar la crisis climática.
Residuos orgánicos
Residuos orgánicos Foto: Pixabay

El metano (CH4) es un gas con un poder de calentamiento global 80 veces superior al dióxido de carbono (CO2), y la generación de residuos es una de las cuatro fuentes principales de emisión de metano, después de la ganadería, la agricultura y la extracción de petróleo y gas, señala un informe de la Coalición Clima y Aire Limpio.

El trabajo también advierte que el sector de residuos contribuye con un 20% a las emisiones globales de este gas de efecto invernadero .

Actualmente, el metano representa casi la mitad del aumento de 1,2 grados centígrados en la temperatura media global que la humanidad experimentó desde la Revolución Industrial, según el último reporte del IPCC (Panel Intergubernamental de Cambio Climático).

Pero a diferencia del CO2, que permanece en la atmósfera durante cientos o incluso miles de años, al gas metano sólo le lleva un par de décadas descomponerse. Por este motivo, “reducir rápida y significativamente las emisiones de CH4 es una de las oportunidades más importantes de frenar el ritmo del calentamiento global en las próximas décadas”, sostiene Atilio Savino, presidente de la Asociación de Residuos Sólidos (ARS), e integrante de la International Solid Waste Association (ISWA).

¿Cómo generan los residuos emisiones de metano?

Las emisiones de metano provienen de la descomposición de desechos orgánicos (restos de alimentos, plantas y animales) en entornos anaeróbicos (es decir, sin oxígeno).

Al desechar comida junto con otros residuos en vertederos o rellenos sanitarios, éstos se descomponen, liberando lo que se conoce como gas de vertedero (GRS), una combinación de metano y dióxido de carbono.

Si bien hoy existen tecnologías para capturar los GRS y convertirlos en energía (lo que genera un doble beneficio, ya que por un lado se evita su liberación a la atmósfera, y por otro lado, se genera energía limpia), estas requieren considerables inversiones.

En Argentina, donde persisten -según estimaciones del ex ministerio de Ambiente- más de 5.000 basurales a cielo abierto, la mayor parte del gas metano que se emite a la atmósfera no es capturado ni revalorizado.

Residuos orgánicos Foto: Pixabay

Actualmente existen iniciativas como “To Good to Waste” (demasiado bueno para ser desechado), un programa del BID (Banco Interamericano de Desarrollo) que provee financiación y capacitación para la implementación de proyectos de gestión de residuos sólidos para mitigar las emisiones de metano. Este programa será presentado durante el Congreso Mundial de Residuos que se realizará del 27 al 30 de octubre en Buenos Aires, apenas semanas antes de la Cumbre Climática que se llevará a cabo en noviembre en Brasil.

Un problema en aumento

El Banco Mundial estima que para 2050 la humanidad producirá 3.880 millones de toneladas de residuos al año, lo que representa un aumento del 73% con respecto a 2020. Dado que la generación de residuos está estrechamente ligada al crecimiento poblacional y al consumo, el mayor desafío es transicionar hacia una economía circular que desacople el desarrollo económico y demográfico de la generación de basura.

A nivel mundial, los residuos orgánicos representan el 65 % de los residuos generados, y en Argentina son aproximadamente el 50%.

La composición de los residuos varía considerablemente según el nivel de ingresos en cada región. A medida que crece la capacidad de consumo, aumenta la generación de residuos y crece la participación de los residuos no orgánicos como plástico, papel, vidrio, cartón, textiles y metales, que son reciclables; pero si no se separan adecuadamente en origen, quedan contaminados y contribuyen a las emisiones de metano.

Qué podemos hacer en casa

A nivel general, minimizar el desperdicio de alimentos es una de las claves para reducir las emisiones de gas metano por residuos domiciliarios.

Compost. Foto: Pexels.

Según cálculos de la FAO (Organismo de Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación), un tercio de los alimentos que se producen en el mundo se pierde o se desperdicia tanto en las etapas de producción, como de transporte, almacenaje, comercialización y consumo.

Para evitar tirar comida en casa, debemos planificar las compras: armar una lista de los productos que necesitamos y chequear lo que ya tenemos en la heladera y la alacena. De este modo suprimiremos las compras compulsivas e innecesarias.

Por otro lado, -sobre todo en el caso de productos frescos y perecederos-, conviene revisar la fecha de vencimiento y consumirlos antes de ese plazo. Además, se pueden aprovechar las sobras para armar ricos y variados menúes con los restos de comidas anteriores: budín de pan, salpicón de aves, buñuelos, bocaditos, jugos y dulces, entre otras opciones.

Por último, cuando los alimentos no se pueden aprovechar, es preciso desecharlos en forma separada a los residuos reciclables (papel, cartón, plástico, vidrios, telas), para no contaminarlos.

Hoy cada vez más personas se animan a compostar, un proceso que consiste en la transformación de materia orgánica en abono natural para la tierra. El primer paso es separar la basura orgánica en un tacho o balde, e ir apilando en capas los restos de frutas, verduras, papeles, cartones, residuos de poda, hojas secas, y otros desechos de origen vegetal y remover cada tanto para airear. Los desechos se irán transformando en una masa húmeda de abono para plantas.

Hay varios manuales y videos del INTA que enseñan cómo hacerlo. Y también hay instructivos e información sobre talleres de Compostaje en las redes sociales de @elrecicladorurbano, el @ClubdelCompostaje y @Compostatebien.

En tanto, para comercios y restaurantes, en muchos municipios rige la obligación de separar los residuos orgánicos para que sean compostados en forma mecánica.

Medidas simples, pero que requieren conocimiento y constancia, resultan efectivas para reducir las emisiones de metano, y con esto mitigar el cambio climático que está poniendo en jaque a toda la humanidad.