“Belén”, camino a los Oscar: el caso real detrás de la película que revive un precedente clave en los derechos de las mujeres

La reciente elección de “Belén”, película dirigida por Dolores Fonzi, como representante argentina en los premios Oscar y Goya 2026 volvió a traer al debate un caso judicial que expuso, con crudeza, las falencias del sistema de justicia frente a los derechos reproductivos de las mujeres.
La trama del film se inspira en la historia real de una joven tucumana de 25 años que, en 2014, fue detenida tras ingresar al Hospital Avellaneda de San Miguel con un diagnóstico inicial de aborto espontáneo. Lejos de recibir el acompañamiento médico y humano que requería, fue denunciada penalmente y, poco después, acusada de homicidio agravado por el vínculo.

Cuando la Justicia no es Justicia
La primera condena, dictada por la Justicia tucumana, fue a ocho años de prisión. El fallo se basó en supuestas pruebas que nunca fueron confirmadas con certeza científica: informes médicos contradictorios, ausencia de cadena de custodia del cuerpo del feto y testimonios inconsistentes. La sentencia, finalmente anulada, sostenía la hipótesis de que Belén (nombre ficticio para resguardar a la identidad de la víctima) había ocultado su embarazo y provocado de manera deliberada la interrupción, algo que nunca pudo ser probado.
La abogada Soledad Deza, integrante de la organización “Mujeres x Mujeres”, se involucró en el caso en 2016 al conocer la situación de una joven detenida tras haber sufrido un aborto espontáneo. Su intervención resultó decisiva para exponer las irregularidades del proceso judicial y lograr que la causa cobrara visibilidad pública.
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En prisión preventiva durante casi tres años, Belén se convirtió en un símbolo de la criminalización de emergencias obstétricas. En una carta difundida en aquel 2016, relató con claridad lo que significó ser condenada sin pruebas:
“Me condenaron solo por dichos, por ser humilde, por ir al hospital, por no tener plata para ir a una clínica y pagar una buena defensa. Desde el 21 de marzo de 2014 que no vuelvo a mi casa, que no veo a mi familia, me privaron de muchas cosas. Solo quería que me ayudaran y terminé presa, rodeada de policías y dedos acusadores. Me robaron mi vida”.
El fallo de la Corte a favor de Belén
El caso llegó a la Corte Suprema de Justicia de Tucumán, que en agosto de 2016 dispuso su liberación. En su resolución, el tribunal calificó el proceso como arbitrario, destacó la ausencia de pruebas firmes y remarcó que las decisiones judiciales estuvieron atravesadas por prejuicios de género. Meses más tarde, en marzo de 2017, la joven fue absuelta.
La resolución judicial no solo significó justicia para Belén, sino que también dejó un precedente relevante en la jurisprudencia nacional. Por primera vez en Argentina, un tribunal provincial reconoció que los estigmas sociales y de género habían influido de manera determinante en una condena penal, vulnerando derechos fundamentales como la salud, la presunción de inocencia y el acceso a un juicio justo, aspectos contemplados en el artículo 18 de la Constitución Nacional: las garantías del debido proceso que protegen a los individuos de los abusos de las autoridades, asegurando la inviolabilidad de la defensa en juicio y el derecho a obtener una sentencia fundada tras un procedimiento legal.
“¿Nadie se preguntó cómo me sentía yo esa noche? Me acusaban y me preguntaban si yo me había hecho un aborto. A mi mamá también la trataron mal. A nadie le importé yo. Es una ignorante, no sabe nada dijeron seguro y me condenaron junto con la policía. Después también me condenó la Justicia aunque yo les dije que no hice nada, que no maté a nadie. Yo ni sabía que estaba embarazada. Lloro por la injusticia que vivo. Pero estoy tranquila, sé que habrá justicia para mi. Ahora estoy más fuerte, más tranquila".

La historia trascendió el ámbito judicial y se convirtió en bandera de organizaciones feministas que denunciaron la criminalización de las mujeres en situaciones de vulnerabilidad. Años más tarde, el caso terminó adquiriendo un fuerte peso simbólico en la discusión parlamentaria sobre derechos reproductivos, y su influencia se hizo visible en el debate que precedió a la sanción de la Ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo (IVE), finalmente aprobada en diciembre de 2020 en la Argentina.
La abogada y activista Ana Correa documentó el caso en su libro “Somos Belén”, y hoy la ficción cinematográfica dirigida por Fonzi lo proyecta hacia el escenario internacional.
Si bien la protagonista continúa en el anonimato para resguardar su identidad, su experiencia dejó una marca indeleble y un precedente en la justicia argentina. La película, ahora en carrera hacia los principales premios del cine mundial, no solo busca el reconocimiento artístico, sino también mantener viva una discusión que aún atraviesa a la sociedad: la necesidad de garantizar justicia con perspectiva de género y de evitar que más mujeres sean perseguidas por situaciones vinculadas a su salud reproductiva.

Más allá de la pantalla, el caso sigue interpelando a la sociedad argentina y al mundo sobre cómo las leyes y las instituciones deben proteger, y no castigar, a las mujeres en situaciones de vulnerabilidad.
“Gracias y mil gracias para todas las mujeres. Luchemos entre todas y que se nos escuche para que no haya más mujeres presas por aborto. Ahora su lucha también es mi lucha. Saludos y mis afectos para ustedes. Belén”.