Aballay, el hombre sin miedo es candidata local al Oscar

Los miembros de la Academia de las Artes y Ciencias Cinematográficas de la Argentina eligieron hoy a la película "Aballay, el hombre sin miedo", de Fernando Spiner, para representar al país como aspirante a un Oscar al mejor film hablado en idioma extranjero.

"Es un halago enorme, una gran alegría. No pensaba que podíamos ganar", dijo Spiner minutos después de que Juan José Campanella, titular de la academia de cine, hiciera el anuncio.

La película es un "western gaucho" que se impuso con 22 votos sobre un total de 69 sufragios, y derrotó a las favoritas "Un cuento chino" y "Viudas".

El director del film aseguró que la suya es "una película con un tema muy argentino" y destacó que en la realización "se retoma la gauchesca".

"Ojalá que este premio permita que esta película se pueda volver a estrenar en las salas porque salió rodeada de grandes 'tanques' en las vacaciones", añadió Spiner.

Hoy vencía el plazo para presentar a las candidatas de más de 50 países que competirán por un lugar entre las cinco aspirantes al Oscar a la Mejor Película hablado en Idioma Extranjero de la Academia de Hollywood.

El film elegido para representar a la Argentina ya obtuvo otros galardones como el premio Balance de Plata en el festival Pantalla Pinamar, mención especial del jurado en el Festival Internacional de Cine de Mar del Plata 2010, y otra mención especial del jurado otorgada en la Mostra de cine latinoamericano de Catalunya.

La película tiene un guión de Fernando Spiner, Javier Diment y Santiago Hadida, basado en el cuento homónimo de Antonio Di Benedetto, con dirección de fotografía de Claudio Beiza y música de Gustavo Pomeranec.

Aballay era un gaucho mal llevado, resentido, ladrón, asesino. Pero a veces la imagen que devuelve un espejo hace que una persona se replantee toda su vida.

En el caso del protagonista, ese espejo fue la mirada de un niño. Luego de matar salvajemente a un hombre, la mirada aterrorizada del hijo de su víctima le dio conciencia de su salvajismo, de su falta de humanidad. Y ese golpe llenó a Aballay de confusión, de horror por sí mismo.