Nelly Omar, "La Gardel con polleras" cumplió 100 años y lo celebró por Canal 26

Nilda Elvira Vattuone Pesoa nació el 10 de septiembre de 1911. Cantante y compositora y actriz brilló en 1930 y 1940 y hoy sigue actuando y recibiendo merecidos homenajes. Como el que le brindó "Café Las Palabras" donde sopló las velitas que representaban su primer siglo de vida.

Por Canal26

Viernes 9 de Septiembre de 2011 - 00:00


Nelly Omar, “la cantora nacional cumple 100 años”. Nació como Nilda Elvira Vattuone Pesoa el 10 de septiembre de 1911 en el pueblito bonaerense de Bonifacio, si bien la anotaron en el registro civil de la ciudad contigua, Guaminí, en una de cuyas estancias trabajaba su papá, el genovés don Marcos, como capataz.

Don Marcos también era guitarrista y habría conocido a Carlos Gardel en el Hipódromo. Nelly, que de niña había nutrido su espíritu en las ruedas de los fogones criollos, asoma como cantora en 1924, en un concurso para integrar un grupo folklórico, que la incorpora para actuar en Radio Rivadavia como cantora y actriz.

Ya en los años 30 comparte el canto en dúo, con su hermana Nélida, que adoptó su nombre (Nilda). Desde entonces –ya no como Nilda, sino como Nelly Omar, cultiva el repertorio pampeano (estilos, milongas, canciones) y el tango.

Fue la época de las radios (Splendid, Stentor…) de los escenarios barriales y de giras por nuestras provincias. Nelly se alzó con la fama en 1937, cuando a través de la revista Caras y Caretas la eligen como la primera entre las cancionistas.

Para el disco debió esperar hasta 1946, cuando Francisco Canaro la vincula con el sello Odeón, donde registra temas como “Adiós pampa mía”, “Canción desesperada”, “Rosas de otoño”, “Sentimiento gaucho”, “Sus ojos se cerraron”, “La canción de Buenos Aires”, “Desde el alma”, “Nobleza de arrabal” y otros.

Antes, en los años 1940 y 1942 había participado en las películas “Canto de amor” y “Melodías de América”.

Al arte canoro sumó Nelly Omar su apasionado cariño y su identificación política con Evita, quien la apoyó decididamente en su carrera artística. Aquellos ideales de justicia social y solidaridad para con los desposeídos formaron parte de sus convicciones, que siempre hizo públicas en sus presentaciones. A tal punto se conocieron sus adhesiones políticas –rubricadas en las grabaciones de la milonga “La descamisada” y la marcha “Es el pueblo” –que la Revolución del 55 la condenó a 17 años de silencio. Se había autoexiliado en Uruguay y en Venezuela. Y como otros tantos, al comenzar los años 80 pudo grabar con los guitarristas Roberto Grela y José Canet.

Uno de los últimos discos lo grabó en 1997 (ya tenía 86 años) con tangos antes de este que presentó en el Luna Park y que tituló “La criolla”, definición por antonomasia de su repertorio y estilo.

En cuanto a su estilo en el canto, todavía se disfruta a pleno de su voz de contralto, recia, enérgica, segura, porfiada, entregada al cancionero gardeliano y sus aledaños, con fraseos de honda musicalidad y sin el más mínimo énfasis gratuito.

La emite siempre de pie, firme la cabeza y el cuerpo erguido que engalana su insoslayable poncho y su pañuelo, con gestos que le nacen desde las vísceras, siempre dispuesta al humor en sus francos y sencillos diálogos con sus fieles seguidores, y a la franca sonrisa, esa que brota de su juventud espiritual, lejos del anacronismo tan típico en gente de su edad.

Las guitarras siempre la acompañan detrás suyo, con la contundencia de rasgueos y puntos viriles. Y también prestará su estampa algún payador o una pareja de baile, para refrendar esa frontera entre el campo y la ciudad, en la que descansa, glorioso, su arte.