Laura Catena y un proyecto ambicioso: "Quiero hacer un vino que añeje por 100 años"

Bióloga egresada de Harvard y médica recibida en Stanford, Laura Catena es una apasionada de su trabajo y reconoce: "Quiero hacer un vino que añeje por 100 años".
Laura Catena
Laura Catena

Laura Catena es la embajadora del vino argentino en los Estados Unidos. Nació en Mendoza y dedica su vida a la promoción del malbec.

En una entrevista que otorgó a El Cronista, en su paso por Buenos Aires para la presentación de su segundo libro, la mujer aseguró que su pasión comenzó con el gran desafío que se había propuesto su padre (Nicolás Catena) de elaborar vinos capaces de competir con los mejores del mundo.

A partir de entonces, dedicó la mayor parte del tiempo al estudio de grandes e históricos viñedos y por supuesto, a su emprendimiento familiar que hoy en día es uno de los más reconocidos a nivel mundial.

La directora de la bodega Catena Zapata, fundó el Catena Institute of Wine, trabajo por el que es reconocida por los más prestigiosos críticos especializados.

Su libro "Oro en los viñedos", recopila las historias ilustradas de las etiquetas más importantes del mundo: "Adquirí muchos conocimientos durante mis primeros viajes a Italia y Francia", detalló.

"Cuando empecé a definir el concepto del libro, me di cuenta de que las familias involucradas tenían numerosas cosas en común. Todas habían pasado situaciones terribles: desde guerras hasta tragedias personales. Sin embargo, cada una de esas familias logró fortalecerse a partir del objetivo de elaborar vinos inolvidables", relató.

De hecho, el último capítulo del libro cuenta la historia de los Catena, su familia: "Nosotros también sufrimos tragedias familiares y resurgimos a partir de la meta de hacer vinos de excelencia", reveló.

Laura, contó que se convirtió en una especialista en el estudio de parcelas cuando estudiaba en el Catena Institute of Wine, donde analizan "minuciosamente cada piedrita y planta del viñedo".

"Con el paso de los años, los vinos adquieren aromas terciarios, complejidad y pasan a ser inolvidables. Cuando uno los abre siente una magia indescriptible, una explosión aromática seductora", afirmó.

La mujer, reconocida mundialmente como la "cara" del vino argentino, participa activamente en promover la región vitivinícola de Mendoza y las virtudes del malbec nacional.

"Lo fantástico del productor vitivinícola nacional es que cree que hace -o desea hacer- el mejor vino en el país. Jamás encontrarás un bodeguero que elabore vino barato como su único producto. El enorme afán del argentino por encontrar el oro hace que nunca se achanche ni se dé por vencido", confesó.

En cuanto a su mayor desafío, la empresaria advirtió: "Quiero hacer un vino que añeje por 100 años. Es que cuando le conté a mi hijo Dante que había probado un vino de 7 décadas, me preguntó: “¿Por qué no tenemos uno de Catena con tanta longevidad?” ¡Fue una cuchillada en mi corazón! Le respondí que hacíamos vinos en esa época, pero que no los elaborábamos para evolucionar. Su respuesta fue: “Quisiera, algún día, tomar un vino de la familia con mis hijos y nietos”. En ese momento hice un clic. Y decidí armar un plan centenario: plantamos viñedos pensando en un siglo y estamos recreando el añejamiento para ver qué parcela puede durar ese prolongado tiempo. Lo bueno es que no voy a saber cómo terminará. Por lo tanto, no me voy a poder amargar. Voy a ser pionera en el tema y me siento muy contenta por ello", aseguró.

"En el Catena Institute of Wine estamos haciendo estudios específicos sobre el añejamiento. Es algo inédito, que no existe en otra parte del mundo. Lo que hemos descubierto es que, para envejecer de la mejor manera posible, un vino debe tener un ph bajo (más acidez) y taninos inoxidables de buena calidad, en su justa medida. Asimismo, no puede presentar problemas de contaminación bacteriológica y debe poseer un carácter que le permita perdurar en la Historia. Hoy añejamos parcelas por separado para ver, en unos años, cuál resulta mejor. No sé si tendré la respuesta científica, pero podré cuantificar el tiempo de añejamiento ideal de cada una de ellas. Puedo afirmar con absoluta certeza que los vinos argentinos tienen muy buen potencial de guarda porque tenemos un clima privilegiado de altura que nos da frío, phs bajos, buena cantidad de taninos y alcoholes moderados. Eso nos permite una óptima maduración antes del comienzo de la lluvia y la llegada de las temperaturas bajas, características necesarias para obtener excelentes resultados", analizó.

La especialista en vinos, relató que no fue fácil vender en el exterior el Malbec ya que "nadie lo conocía", fue allí cuando su padre le recomendó comenzar con otras variedades y después ir por el desafío de esa variedad: "El futuro es descubrir el malbec en toda su grandiosidad y todas sus diferencias en cada uno de los terruños. Me entusiasma la idea de investigar los malbecs añejables. Mucha gente no sabe lo que es un malbec con 10 años de botella. Por supuesto, la Argentina tiene una increíble diversidad climática y puede desarrollar muy bien otras variedades: amo la bonarda, cepa sublime, o nuestros chardonnay de altura, que están al nivel de los mejores del mundo".

La pasión que compartían ella y su padre (además de sus hermanos) por la viticultura hizo que tengan un vínculo muy especial: "Ambos somos híper lectores, analíticos, muy estudiosos. Estudié Medicina y Biología sin intenciones de regresar al mundo del vino. Sin embargo, volví al país para ayudar a mi padre a lograr su objetivo de posicionar al vino argentino entre los mejores del mundo porque entendí que iba a necesitar mi apoyo para consolidar el trabajo técnico, la investigación y el estudio".

según detalla, el secreto para elaborar un muy buen vino radica en el trabajo con enólogos y viticultores: "¡Me encanta que los enólogos estén formados en Agronomía! Porque un vino que no nació en un gran viñedo nunca va a ser un gran vino; pero el hombre sí puede arruinar un vino de un prestigioso viñedo. Estoy en permanente contacto con los enólogos desde el terruño: seleccionamos parcelas e investigamos sobre lo que puede llegar a suceder en la cosecha. Como familia, damos una sola garantía: nos gustan muchísimo los vinos que hacemos. No puede salir al mercado un producto que no me agrade. Mi padre también aprueba todo. Si un vino no nos llena el alma, no lo lanzamos."

Además, Laura comenzó su propio emprendimiento, Bodega Luca, lo que define como un proyecto "muy divertido" que muestra el potencial de las antiguas viñas de la Argentina.

La mujer, que vive junto a su familia en California, asegura que extraña de nuestro país el tiempo de "disfrute", los asados, el mate y la salida con amigos: "El estadounidense por las mañanas corre al trabajo o va al gimnasio, pero no se sienta a tomar un café con alguien. De todos modos, admiro su organización y eficiencia", destacó.

Finalmente, la mujer habló de sus sueños y lo que la inspira: "Quisiera elaborar el vino de la edad de uno de mis hijos o nietos, para que ellos puedan vivir la experiencia que tuve con mi padre pero con un vino de nuestra familia".

"Un vino es lo que es gracias a toda la historia de éxitos y fracasos que tiene detrás. ¿Qué otro producto comestible puede durar 100 años? Cada botella es diferente de la otra. El vino cuenta tradiciones y forma parte importante de la cultura de un país. Creo fervientemente en la permanencia de las costumbres. Siempre se puede hacer algo nuevo, pero lo importante es no apurarse ni olvidar el pasado. El amante del vino lo aprecia y valora", sentenció.