Tama, la gata que salvó un tren y conquistó a Japón: la increíble historia de la felina que resucitó una línea ferroviaria

En Japón, un país donde los trenes son casi una religión para sus 124 millones de habitantes, la historia del Tamaden ocupa un lugar especial. No se trata de una proeza tecnológica como el Shinkansen, sino de una hazaña protagonizada por una gata.
Su nombre era Tama, una felina calicó que, contra todo pronóstico, se convirtió en jefa de estación de un pequeño tren rural y, sin saberlo, en el alma que rescató de la ruina a toda una línea ferroviaria: la Kishigawa Line, en la prefectura de Wakayama.

Una línea al borde de la desaparición
La línea Kishigawa nació en 1916 con el propósito de conectar tres santuarios locales: Nichizengu, Kamayama e Itakiso. Durante décadas, los trenes circularon con normalidad, pero el paso del tiempo y los cambios demográficos comenzaron a golpear con fuerza. La baja natalidad, la migración hacia las ciudades y el auge de los automóviles privados provocaron una caída drástica en el número de pasajeros.
En 2006, la empresa Nankai Electric Railway decidió que mantener la línea ya no era rentable y anunció su cierre. Sin embargo, el gobierno de la prefectura de Wakayama no quiso rendirse e implementó un modelo de gestión innovador (la llamada “separación vertical”) en el que el Estado conservaba la infraestructura, pero una empresa privada se haría cargo de la operación. Así nació la Wakayama Electric Railway, bajo la dirección del empresario Mitsunobu Kojima.
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Fue precisamente en ese contexto cuando, tras la ceremonia de reapertura, una vecina le pidió a Kojima si podía dejar a una gata callejera en la estación de Kishi. Las normas no lo permitían, pero el presidente encontró una solución creativa: convertirla en empleada. En enero de 2007, Tama fue oficialmente nombrada jefa de estación.

De gata callejera a símbolo de prosperidad
El gesto, que comenzó como una simple forma de darle hogar a un animal sin techo, se transformó en una revolución. Tama, con su pequeño gorro ferroviario y mirada serena, se convirtió en una atracción turística nacional. Su nombramiento recorrió los medios de comunicación de todo el país, y pronto, viajeros de todas partes comenzaron a llegar a Wakayama solo para conocerla.
El resultado fue sorprendente: en un solo año, la cantidad de pasajeros pasó de menos de 2 millones a más de 2,1 millones. En 2013, la cifra ya superaba los 2,3 millones de usuarios. Lo que parecía una curiosidad local terminó por revivir la economía de una región rural debilitada.
El fenómeno inspiró el lanzamiento del Tamaden, el “tren de Tama”, en 2009. Diseñado por el reconocido Mitooka Eiji, este tren temático se transformó en una experiencia única: su exterior está cubierto por más de 100 ilustraciones de gatos, mientras que el interior, revestido en madera, combina detalles en tonos marrones, blancos y negros, evocando el pelaje de Tama. Los asientos, lámparas y hasta los pasamanos adoptan formas felinas, convirtiendo cada viaje en un homenaje a la gata que lo hizo posible.
En 2010, la estación de Kishi fue remodelada para asemejarse a un gato gigante, con orejas puntiagudas en el techo y una entrada que simula una boca sonriente. Dentro, se inauguró una tienda de recuerdos y el Tama Café, donde los viajeros pueden disfrutar de dulces con forma de gato y bebidas decoradas con latte art felino, rodeados de fotos y objetos que recuerdan la vida de la icónica jefa de estación.
Cuando Tama falleció el 22 de junio de 2015, a los 16 años, el país entero se conmovió. Más de 3.000 personas asistieron a su funeral en la estación de Kishi, y las ofrendas, que fueron desde flores y cartas hasta comida para gatos, colmaron el pequeño santuario armado en su honor. Incluso el gobernador de Wakayama emitió un comunicado oficial lamentando su pérdida.

Poco después, Nitama, una joven gata que había sido su aprendiz, fue nombrada su sucesora. En la actualidad, continúa con orgullo el legado de su maestra, recibiendo a los visitantes y posando para las cámaras con el mismo porte tranquilo que caracterizó a la original.
El Tamaden, más que un simple tren japonés
El caso de Tama se convirtió en un ejemplo de revitalización comunitaria a través de la empatía y la creatividad. Gracias a ella, una línea ferroviaria condenada al cierre se transformó en un emblema del turismo rural japonés. Su historia trascendió fronteras, inspirando documentales, libros y nuevos proyectos de trenes temáticos en distintas partes del país.

En un mundo cada vez más automatizado, la historia del Tamaden recuerda algo esencial: que la conexión entre las personas, y, en este caso, entre humanos y animales, puede ser tan poderosa como cualquier innovación tecnológica.
Porque, después de todo, no fue una empresa ni un político quien salvó el tren Kishigawa, sino una gata con gorra ferroviaria y un pelaje tricolor. Tama, la felina que devolvió la esperanza a un pueblo entero, sigue viajando en cada vagón del Tamaden.