Cómo hervir un huevo duro, según la ciencia: el tiempo exacto y la técnica perfecta para conservar todos los nutrientes

Un equipo de científicos italianos reveló el método infalible para cocinar huevos duros que permite conservar sus propiedades nutricionales y mejorar su sabor. El hallazgo, publicado en la revista Communications Engineering, proviene de la Universidad Federico II de Nápoles.
Los expertos italianos desarrollaron una técnica innovadora que desafía la creencia tradicional que dicta que un huevo se cocina en 10 minutos. Con este método, se alterna el huevo entre dos temperaturas distintas, durante ocho ciclos de cocción de dos minutos cada uno.

Este proceso, que suma un total de 32 minutos, logra una cocción uniforme tanto en la clara como en la yema, evitando la sobrecocción y la pérdida de nutrientes esenciales.
Paso a paso: cómo hacer un huevo duro perfecto en 32 minutos
La clave del método reside en entender que la clara (albúmina) y la yema requieren diferentes temperaturas para alcanzar su punto ideal de cocción.
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La clara necesita alcanzar unos 85 °C, mientras que la yema coagula adecuadamente a unos 65 °C. Para ello, se deben usar dos ollas: una con agua hirviendo y otra mantenida a unos 30 °C, preferentemente con ayuda de un termómetro para un control preciso.
Durante la cocción, el huevo se sumerge durante dos minutos en agua caliente y luego dos minutos en agua templada. Este procedimiento debe repetirse ocho veces.
Los investigadores también aconsejan iniciar con el agua fría a unos 28 °C para compensar el aumento térmico natural al introducir los huevos. Otros consejos incluyen raspar ligeramente la cáscara antes de cocinarlos y removerlos suavemente durante los ciclos en agua templada.

El doctor Ernesto Di Maio, director del laboratorio FoamLab y coautor del estudio, comentó que se inspiraron en un chef que vendía huevos a precios elevados utilizando una técnica similar que implicaba cocinar por separado la clara y la yema.
Al replicar esa idea bajo parámetros científicos, los investigadores descubrieron que el resultado no solo ofrecía una textura y sabor superiores, sino que también incrementaba el valor nutricional del huevo.