La naturalidad como legado: Diane Keaton, la actriz de Hollywood con belleza, arrugas y autenticidad hasta el final

Los amantes de Hollywood y del buen cine están de duelo. La actriz estadounidense Diane Keaton, quien saltó a la fama por su papel como Kay Adams en El Padrino y ganó el Oscar a Mejor Actriz en 1978 por Annie Hall, falleció en California a los 79 años.
Más allá de su prestigiosa carrera, Keaton se destacó por su carisma y personalidad única. Uno de los rasgos que la diferenciaba era su naturalidad: incluso a los 79 años, nunca recurrió a ninguna cirugía estética, práctica a la que siempre se mostró completamente en contra.
Aunque esto pueda parecer sorprendente en el mundo de Hollywood, la indiscutible belleza de Diane Keaton, siempre mantenida de forma natural, nunca requirió ningún tipo de procedimiento estético.

Diane Keaton sobre las cirugías estéticas: “Las caras operadas son inexpresivas”
Años atrás, cuando le preguntaron que opinaba sobre las cirugías estéticas y la obsesión de Hollywood sobre la belleza y la juventud, la actriz fue clara: “Es obvio que no soy parte del movimiento, ¿verdad?“, señalando sus arrugas sin ningún tipo de prejuicio.
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“Lo que es increíble es que si uno investiga, hay una gran cantidad de procedimientos que uno puede hacerse para mantenerse joven. Lo más fascinante del tema sería ver quiénes son estas personas que ponen los estándares de belleza hoy en día, quién decide qué es atractivo y qué no lo es”, agregó a modo de reflexión.
Y expresó con respecto al nuevo movimiento que hace creer que existe un solo tipo de belleza: “No lo entiendo, no tiene ninguna lógica, parece que lo que hacen estos estándares de belleza es quitarles a las personas todo aquello que las hace únicas. Todos son iguales, las caras operadas son inexpresivas, es algo rarísimo, fascinante y que me da miedo al mismo tiempo”.

“Ahora hay un show en televisión sobre cirugía estética que me impresiona. Se llama “Cirugía extrema”, ¿puede creer que exista algo así? Me impresiona que haya esta especie de fascinación mórbida por convertirnos en una versión de fantasía de nosotros mismos“.
“El caso es que uno podría fantasear con tener una nariz larguísima y fascinante. Creo que Anna Magnani tenía una nariz maravillosa y única. Pero resulta que todas se hacen narices mínimas y son iguales unas a otras, es absurdo. La estética va en una especie de regresión extraña, todo lo “bonito” es tan delicado como la nariz de un bebe. Pronto estaremos rodeados de caritas de bebe por todos lados”, añadió.
Y concluyó: “Obviamente, todos tenemos cosas que nos gustaría cambiar, a mí no me gusta mi cara; pero el dilema es ¿qué hacer con ella?, ¿qué tanto le puedo cambiar para seguir siendo yo? Es un problema narcisista que todos tenemos, pero he decidido que lo mejor es dejar todo como está, lo que ves es lo que hay".

La carrera de Diane Keaton
Diane Keaton comenzó su carrera en la actuación a fines de la década de 1960, participando en producciones teatrales y en pequeños papeles para televisión y cine.
Su primer gran reconocimiento llegó con la película El Padrino (1972), donde interpretó a Kay Adams, papel que la catapultó al estrellato y la consolidó como una de las actrices más prometedoras de Hollywood.
Durante los años 70 y 80, Keaton se destacó por su versatilidad, alternando comedias y dramas. Su colaboración con Woody Allen en Annie Hall (1977) le valió el Oscar a Mejor Actriz, y su estilo único y carisma hicieron que se convirtiera en un ícono de la moda y de la cultura pop de la época.

Películas como Manhattan, Reds y Baby Boom mostraron su capacidad para combinar humor, romanticismo y profundidad emocional.
En las décadas siguientes, Diane Keaton siguió consolidando su carrera, participando en proyectos independientes y grandes producciones, tanto en cine como en televisión.
Su filmografía incluye éxitos como Something’s Gotta Give, The Family Stone y Book Club, y además ha desarrollado una carrera paralela como directora, productora y fotógrafa, demostrando su versatilidad y compromiso con las artes.