Argentina podría adquirir submarinos Scorpène de Francia: por qué serían importantes para la Armada y cómo funcionan en otros países de Sudamérica
Brasil y Chile son las únicas naciones sudamericanas que operan submarinos de fabricación francesa, un factor que les otorga una ventaja tecnológica y operativa en la región. En ese contexto, la eventual adquisición de esta embarcación le permitiría a Argentina reposicionarse estratégicamente en el Atlántico Sur.
Argentina evalúa la posible adquisición de submarinos Scorpène de origen francés como parte de un plan para reconstruir sus capacidades navales, seriamente afectadas desde la pérdida del ARA San Juan en 2017. La incorporación de este tipo de unidades permitiría a la Armada recuperar una capacidad estratégica clave: la operación de submarinos de ataque modernos, fundamentales para la vigilancia del Atlántico Sur, la protección de los recursos marítimos y el fortalecimiento del poder disuasivo del país.
La iniciativa forma parte de un proceso más amplio de reequipamiento de las Fuerzas Armadas, orientado a reducir el deterioro acumulado durante décadas y a reposicionar a la Armada Argentina en el escenario regional. En este marco, los submarinos son considerados un componente central para garantizar el control efectivo de los espacios marítimos, especialmente en una zona de alta sensibilidad geopolítica como el Atlántico Sur, donde confluyen intereses económicos, pesqueros, energéticos y estratégicos.

En Sudamérica, el funcionamiento de estos submarinos ya está probado. Chile opera dos unidades Scorpène desde mediados de la década de 2000, que se convirtieron en el núcleo de su fuerza submarina. Estos equipos permitieron a la Armada chilena modernizar su flota, mejorar su capacidad de vigilancia en un extenso litoral y fortalecer sus ejercicios conjuntos con otras marinas de la región. La experiencia chilena muestra que se trata de plataformas confiables y efectivas para operaciones tanto defensivas como de control marítimo.
Brasil, por su parte, desarrolló una versión ampliada del Scorpène en el marco del programa PROSUB, que incluyó un amplio proceso de transferencia tecnológica y construcción local. Gracias a este programa, la marina brasileña no solo incorporó submarinos modernos, sino que también fortaleció su industria naval y sus capacidades de mantenimiento. En el caso brasileño, estos submarinos se integran en una estrategia más amplia de control del Atlántico Sur y protección de rutas comerciales y recursos estratégicos.

De este modo, Chile y Brasil operan submarinos de la clase Scorpène, mientras que otras armadas de la región -como las de Perú, Ecuador, Colombia y Venezuela- utilizan principalmente unidades de la clase Type 209. En términos operativos, el Scorpène ofrece un nivel de desempeño superior, por lo que su eventual incorporación por parte de la Argentina no solo modernizaría su flota, sino que también contribuiría a restablecer un equilibrio estratégico en el escenario naval sudamericano.
En términos estratégicos, la llegada de submarinos Scorpène podría modificar el equilibrio naval en el Atlántico Sur, al devolverle a la Argentina una capacidad que hoy está reducida. También implicaría un fortalecimiento de la relación con Francia y una posible integración más profunda con las marinas de la región. En ese contexto, la decisión no es solo militar, sino también política, económica e industrial, y marcaría el rumbo de la defensa naval argentina para las próximas décadas.
Las características del submarino Scorpène que la Armada Argentina pretende incorporar
El submarino Scorpène, que la Armada Argentina busca incorporar a su flota, se destaca por su diseño moderno y su gran capacidad operativa. Con un desplazamiento en superficie de entre 1.600 y 2.000 toneladas y una longitud total de 72 metros, combina tamaño compacto con potencia, lo que le permite operar de manera eficiente tanto en aguas litorales como en mar abierto.
En cuanto a sus prestaciones, el Scorpène puede alcanzar una velocidad de hasta 20 nudos en inmersión y descender a una profundidad máxima de 300 metros. Su autonomía total es de 78 días dentro de una misión de 80, mientras que su autonomía sumergida alcanza los 12 días, lo que lo convierte en una herramienta de gran valor para misiones prolongadas sin necesidad de salir a superficie.

El submarino permite una tripulación de 31 personas, optimizando el equilibrio entre capacidad humana y automatización de sistemas. En materia de armamento, dispone de una carga útil total de 18 unidades, que pueden distribuirse entre torpedos y misiles, y seis tubos de lanzamiento, lo que le permite adaptarse a distintos tipos de operaciones ofensivas o defensivas.
Finalmente, el sistema de gestión de combate Subtics le otorga una notable capacidad de detección, seguimiento y ataque, integrando los sensores y armas a través de una interfaz digital avanzada. Con una disponibilidad operativa en el mar estimada en 240 días por año, el Scorpène ofrece una alta tasa de actividad, asegurando una presencia sostenida en el Atlántico Sur.



















