Los intentos de golpe en Estados Unidos y Brasil: el sombrero de los cuernos, símbolo de la barbarie

The Economist analiza en su última portada el histórico fallo contra Jair Bolsonaro, trazando un paralelismo con el asalto al Capitolio estadounidense a través de un símbolo compartido: el sombrero de cuernos que portaba el insurgente Jake Angeli durante el ataque del 6 de enero de 2021.
La prestigiosa publicación británica subraya que este accesorio representa la violencia política transversal que amenaza a las democracias occidentales cuando los movimientos populistas radicales rechazan los resultados electorales.
El editorial destaca que Brasil dio una lección al mundo al condenar judicialmente a su expresidente por su responsabilidad en el intento de golpe de Estado contra el gobierno de Luiz Inácio Lula da Silva.
Mientras el país sudamericano demostró la fortaleza de su Estado de derecho, en Estados Unidos las consecuencias para los máximos responsables del ataque al Capitolio siguen pendientes. “Brasil demostró que vive en plena democracia y su estado de derecho es inalterable”, reflexiona la publicación.
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Un símbolo universal de la barbarie política
El sombrero de pieles con cuernos se convirtió en un icono global de la ultraderecha violentista. Según el análisis, representa la búsqueda de imposición mediante el miedo y la opresión: “Quien lo usa busca demostrar poder sobre los demás. Busca que la gente tema y así ejercer opresión y lograr su cometido a través de la violencia”, explica el medio.
Este paralelismo visual evidencia que los movimientos extremistas, ya sea en Norteamérica o Sudamérica, “se rigen por la misma premisa”.

The Economist enfatiza que la respuesta efectiva contra estos fenómenos debe ser jurídica e inmediata. El caso brasileño ilustra cómo la celeridad y la imparcialidad judicial pueden desarticular las amenazas autoritarias. Frente a las políticas extremistas que “suelen recurrir a la violencia ante un resultado que no les satisface”, el artículo aboga por reforzar las instituciones democráticas. La condena a Bolsonaro establece un precedente sobre la rendición de cuentas de los líderes políticos.
La portada del semanario británico funciona como una advertencia sobre la globalización de las tácticas insurreccionales, pero también como un reconocimiento al sistema judicial brasileño. La diferencia en las consecuencias entre ambos eventos revela que la solidez democrática se mide por la capacidad de sancionar a los responsables, sin importar su rango. El mensaje final es claro: la única protección contra el extremismo es más justicia independiente y más democracia.