Fin de año y emociones: la psicología explica por qué algunas personas no disfrutan armar el arbolito de Navidad

Con la llegada de diciembre, la decoración navideña se convierte en uno de los rituales más extendidos en los hogares. Sin embargo, lejos de la imagen tradicional que asocia el arbolito a ilusión y entusiasmo, muchas personas experimentan el momento como una carga emocional o como una obligación social.
A pesar de que suele vivirse en silencio, esta actitud es más habitual de lo que se cree y tiene fundamentos psicológicos que ayudan a comprenderla. A continuación, te contamos cuáles son.

Por qué no te entusiasma armar el arbolito: las razones psicológicas que muchos viven en silencio
Especialistas señalan que el vínculo con los rituales festivos no es uniforme y está profundamente atravesado por la historia personal, las experiencias familiares y el estado emocional de cada fin de año. Las tradiciones, especialmente aquellas que implican unión o celebración, pueden activar recuerdos, expectativas o tensiones que no siempre resultan agradables.
En este sentido, la psicóloga clínica Marina Mammoliti, autora del reconocido podcast Psicología al Desnudo, explicó que las fiestas pueden generar una carga emocional significativa.
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En una entrevista, advirtió que “las fiestas muchas veces conmueven, reavivan duelos y tensiones familiares. No siempre son fáciles para todos”. Para la especialista, el simple gesto de evitar armar el árbol puede funcionar como una forma de autocuidado, un límite personal frente a un clima emocional que no todos transitan de la misma manera.

Entre los motivos más frecuentes que mencionan los profesionales figuran la presión social de mostrarse alegre, el peso de los recuerdos vinculados a personas ausentes, el cansancio acumulado por el cierre del año y la sensibilidad propia de quienes se sienten sobreestimulados por las exigencias de la temporada. La psicología indica que estas razones no deben interpretarse como falta de espíritu navideño, sino como expresiones legítimas de cómo cada persona atraviesa esta etapa.
Otro aspecto clave es el significado subjetivo que la Navidad adquiere para cada individuo. Mientras algunos encuentran en estas fechas una oportunidad de celebración colectiva, otros viven el período como un momento de introspección. Revisar vínculos, evaluar cambios o conectar con pérdidas puede resultar emocionalmente intenso. En estos casos, reducir la participación en rituales como el armado del arbolito puede brindar calma y evitar sobrecargas.
Los especialistas coinciden en que no existe una única manera correcta de vivir la Navidad. El respeto por las diferencias es fundamental para evitar juicios o presiones innecesarias. No armar el arbolito no define el afecto, la cercanía familiar ni la capacidad de celebración, sino que refleja una forma de gestionar el propio bienestar emocional. Incluso, muchas personas optan por rituales alternativos o más simples que se ajustan mejor a su personalidad o a su momento de vida.
En definitiva, el significado del arbolito, o de su ausencia, es profundamente personal. La psicología invita a mirar estas conductas sin estigmas y con una comprensión más amplia de las necesidades emocionales que se ponen en juego durante las fiestas de fin de año.

















