Una historia apasionante: el deporte salvó de la guerra al máximo goleador en la historia del fútbol argentino

El máximo goleador en la historia de Independiente es el legendario delantero paraguayo Arsenio Erico, autor de 295 tantos con la camiseta del club y el artillero más letal de la Primera División del fútbol argentino. Sin embargo, más sorprendente que sus cifras es que su talento con la pelota fue lo que le permitió evitar ir a la guerra.
En julio de 1932, comenzaba una guerra entre Bolivia y Paraguay (el conflicto más importante de América del Sur en el siglo XX, con enormes pérdidas humanas y económicas para ambas naciones) por una pequeña diferencia de límites en el Chaco Boreal. Erico fue movilizado y, con tan solo 17 años, le dieron un fusil para que aprenda a matar.

El joven ya jugaba al fútbol en la primera división del Club Olimpia de Asunción, cuando le asignaron una peligrosa misión. Él, con 20 soldados de su compañía, debía dirigirse a un lugar del frente en plena selva llevando armas y pertrechos. Pero muy pocas horas antes de partir, le avisaron a Erico que la Cruz Roja había formado un equipo de fútbol para que jugase partidos en la Argentina y en Uruguay con la finalidad de recaudar fondos para los damnificados de guerra; y a él lo habían seleccionado para integrar ese equipo.
Al día siguiente, recibió una noticia aterradora. El camión que transportaba a sus compañeros y en el que él iba a viajar al frente, había sido objeto de una emboscada en plena selva. No hubo ningún sobreviviente. Erico salvó su vida gracias a su aptitud futbolística, pero jamás pudo olvidar ese momento.
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Tras ese episodio, Arsenio Erico sabía que tenía que mostrar sus dotes para jamás ir a la guerra. Por eso, en Buenos Aires su equipo jugó contra River y, tanto los dirigentes de este club como los de Independiente, se apuraron para incorporarlo. Ganaron los del Rojo, que negociaron con el Ministerio de Defensa de Paraguay para que no enviaran a Erico al conflicto armado. Así, el delantero se sumó al plantel y ganó fama gracias a su habilidad para hacer goles.

Esa decisión no solo fue importante para el futbolista paraguayo, sino que también cambió los años fundantes de los Diablos Rojos y encaminó su historia. El fútbol argentino venía de entrar en el profesionalismo (1931) y los recientes campeones eran Boca, River y San Lorenzo. Pero la suerte iba a empezar a cambiar.
El 6 de mayo de 1934 fue una fecha que quedó grabada para todos los hinchas del Rojo. Fue el debut de Arsenio Erico con la camiseta de Independiente, con 19 años de edad, en el empate 2-2 con Boca. Una semana más tarde, debutó en la red, con dos goles a Chacarita.
Independiente fue subcampeón de Boca en 1934 y 1935, pero en 1937 deslumbró con Arsenio Erico, quien marcó 48 goles en 34 partidos (la mejor marca en la historia del fútbol argentino). En 1938, sus 43 tantos llevaron al equipo a su primer título, con un plantel histórico marcado por jugadores como Fernando Bello, Vicente de la Mata, Antonio Sastre y José Zorrilla. En 1939 repitió la hazaña, logrando 12 triunfos consecutivos y otro campeonato, con Erico nuevamente como goleador con 40 conquistas.
La impresionante carrera de Arsenio Erico, plagada de logros
A los 19 años, debutó en la primera de Independiente, donde jugaría durante 8 años seguidos. Fue un gran goleador y un jugador muy habilidoso que, con sólo 1.70 metro de altura, podía elevarse en el aire para cabecear, superando a los arqueros que, con sus manos, no siempre llegaban hasta la cabeza del delantero paraguayo.

Esta característica, entre otras de sus aptitudes, le permitió convertirse en el máximo goleador histórico del fútbol argentino con 295 goles, apenas por arriba de Ángel Labruna con 294, el primero en marcar seis goles en un partido de la era profesional del fútbol argentino (fue en la victoria del “Rojo” por 7 a 1 ante Quilmes) y el máximo goleador de la Primera División de Argentina durante tres temporadas consecutivas: 1937, 1938 y 1939.
Además, fue dueño de otros récords que ya fueron superados, pero duraron décadas. En 1937, en un solo año, convirtió 56 goles, sumando algunos partidos amistosos. Esa marca duró casi 40 años.
Tras su retiro, el club de Avellaneda le puso su apellido a una tribuna y Nacional de Paraguay juega en el estadio que lleva su nombre.