La historia secreta detrás de “It”: el origen real del monstruoso payaso creado por Stephen King que cambió el terror para siempre

Stephen King grabó su nombre en la cultura popular norteamericana a fuerza de aterrorizar las mentes de sus lectores. El escritor estadounidense es reconocido en todo el mundo por sus cuentos y novelas de terror, que fueron llevadas al cine en más de una ocasión, erizándole los pelos hasta al más valiente.
Clásicos del cine de terror como Carrie, dirigida por Brian De Palma, o El Resplandor, por Stanley Kubrick, son algunos de los largometrajes más prestigiosos que aparecen al pensar la relación entre King y la gran pantalla.

Sin embargo, la obra que lo catapultó al estrellato fue la adaptación audiovisual de It, una novela de aproximadamente 1500 páginas, que cuenta la historia de un grupo de siete amigos perseguidos por una entidad sobrenatural, al que llaman “It”, que es capaz de cambiar de forma y se alimenta principalmente del terror que produce en sus víctimas.
Tuvo varias adaptaciones que intentaron narrar con imágenes la historia escrita. Sin embargo, la principal dificultad que los directores encontraron a la hora de llevar la novela a la pantalla fue su extensión. No hay forma de hacer que tantas hojas entren en una película. Por eso, lo que inicia como un proyecto unitario acaba en miniseries, saga de películas y, en el último tiempo, series promovidas por plataformas de streaming.
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El origen detrás de It, la novela de Stephen King
No es el único trabajo creado por King. Incluso algunos fanáticos plantean que ni siquiera se trata de la mejor obra del escritor, pero es innegable el peso que esta tuvo en su historia. La novela sobre el payaso Pennywise marca un antes y un después en la vida pública del autor.
El origen de la novela se remonta a un problema mecánico con un auto, pequeñas vicisitudes de la vida ordinaria que el genio de King transformó en obra de arte.

Una tarde, mientras caminaba con destino al taller para recuperar su coche, la historia empezó a tomar forma. Al cruzar un puente de madera, King recordó un cuento de hadas noruego sobre cabras y un troll, lo que desencadenó una cadena de pensamientos que, como una fila de dominós, desembocarían en la novela.
El puente reflejó en su cabeza la metáfora del paso entre la infancia y la adultez. He allí uno de los principales temas de la novela. Una vez con eso en la cabeza, el indescriptible funcionamiento de la mente fue asociando niñez, miedo y payasos. El mismo Stephen King destacó, más de una vez, que los payasos siempre le causaron una perturbadora intranquilidad.
“De niño, cuando iba al circo, veía a 12 personas adultas que se apiñaban de un automóvil pequeño, con el rostro blanco de muerto con la boca roja, como si estuviera llena de sangre. Todos gritando a la vez, con esos ojos enormes, ¿Qué puede salir mal?”, Recordó en 2005 Stephen King en diálogo con Conan 0’Brien.

También estuvieron presentes los recuerdos de su infancia en Connecticut. Al respecto, el escritor relata: “En Stratford (la ciudad en la que vivía) había una biblioteca donde la sección para adultos y la de niños estaban conectadas por un corto corredor. El corredor era también un puente, uno a través del cual cada cabra chiquitina debía arriesgarse a ser atrapada en el viaje, para convertirse en un adulto”
“Alrededor de seis meses más tarde, pensé en cómo podría ser dicha historia, cómo podría ser posible crear un efecto de rebote, entretejiendo las historias de los niños y los adultos en los que se convierten. En algún momento del verano de 1981 me di cuenta de que tenía que escribir sobre el troll bajo el puente o dejar ‘IT’ para siempre.”, explicó el autor
Sumado a esto, la figura de John Wayne Gacy, conocido como el “Payaso asesino”, también generó ecos en la obra del autor. “Pogo”, este era su apodo, confesó que violó y mató a 33 menores de edad, entre 1972 y 1978, y los enterraba en el patio de su casa. Estuvo 14 años condenado a muerte en la cárcel.

La obra de Stephen King es una combinación de conceptos, experiencias y factores externos que confluyeron en una de las novelas de terror más populares del siglo 20. Sin su ayuda, probablemente, los payasos seguirían encerrados en los limitados confines de las carpas de circo, y los globos serían solamente símbolo de cumpleaños y alegrías.
















