El acercamiento tiene mucho peso geopolítico, se inscribe en el nuevo equilibrio de fuerzas que se está gestando en Medio Oriente. Y en ese tablero, Israel —aliado histórico de Washington y enemigo acérrimo de Teherán— observa el proceso con preocupación.
Por Pablo Tanous - Geopolítica en acción
Miércoles 14 de Mayo de 2025 - 07:00
Bandera de Estados Unidos; bandera de Irán. Foto: Grok.
El posible entendimiento entre Estados Unidos e Irán aparece como una salida lógica, incluso previsible, al conflicto en torno al programa nuclear iraní. Este acercamiento tiene un peso geopolítico de primer orden, ya que se inscribe en el nuevo equilibrio de fuerzas que se está gestando en Medio Oriente. Y en ese tablero, Israel —aliado histórico de Washington y enemigo acérrimo de Teherán— observa el proceso con preocupación.
¿Cómo equilibrará Donald Trump su voluntad de acuerdo con Irán con su manifiesta cercanía a Israel? ¿Qué consecuencias inmediatas puede acarrear este movimiento diplomático?
Acuerdos nucleares entre Estados Unidos e Irán. Foto: Reuters/Majid Asgaripour/WANA
El incentivo para ambas partes está claro. Desde su llegada a la Casa Blanca, Trump se ha propuesto reposicionar a Estados Unidos como un pacificador global, con foco en dos conflictos clave: Ucrania y Medio Oriente. Un dato reciente y llamativo refuerza esta lectura: Estados Unidos llegó a una tregua con los hutíes para que dejen de atacar buques en el Mar Rojo. Lo curioso es que Israel no participó del acuerdo y que el comercio estadounidense prácticamente no transita esa ruta, mientras que una buena parte del comercio chino sí lo hace. ¿Estamos ante una señal de entendimiento tácito con Beijing? La baja de aranceles y la pacificación de una ruta comercial tan crítica son cuestiones bien recibidas por los grandes actores del comercio internacional. En particular China, cuya fortaleza económica se sostiene en su capacidad exportadora.
Por lo pronto, la exclusión de Israel de la tregua entre estadounidenses y hutíes no tardó en generar consecuencias: un ataque desde Yemen impactó en un aeropuerto israelí, provocando daños más severos que en ocasiones anteriores. La tregua negociada por Estados Unidos se centró exclusivamente en el Mar Rojo, sin contemplar la seguridad de Israel. En Tel Aviv miran con preocupación esta situación, y hay quienes comienzan a sospechar que está en ciernes lo que consideran una “traición de Trump”.
Es que la tregua estaría relacionada íntimamente al hecho de que a pesar de haber comenzado su gestión como un firme defensor de la posición israelí, Trump comprendió —o al menos así lo dio a entender— que era necesario reabrir el canal de diálogo con Irán. Hoy, desde Washington se entiende que cualquier pacificación duradera en Medio Oriente requiere un marco de entendimiento con la nación persa.
El razonamiento es simple: una República Islámica aislada y económicamente asfixiada tiene mucho más incentivo para desarrollar armamento nuclear como vía de defensa. En cambio, un Irán integrado a un acuerdo internacional y con posibilidad de crecimiento económico tendría menos razones para avanzar en esa dirección. No se trata sólo de evitar un enfrentamiento con Israel, sino también de neutralizar posibles tensiones con Arabia Saudita o incluso con Irak, dependiendo de la evolución interna de estos países.
Sin embargo, más allá del tono o las condiciones en las que se alcance el acuerdo, Israel parece decidido a impedirlo. La ofensiva en Gaza, lejos de menguar, se mantiene con una intensidad preocupante. Al mismo tiempo, altos funcionarios del gobierno israelí han emitido duras advertencias tanto hacia Gaza como hacia Teherán.
Para el Estado hebreo, un entendimiento entre Estados Unidos e Irán no solo representa una amenaza desde el punto de vista nuclear, sino también desde una perspectiva estratégica: permitiría a su principal enemigo aliviar su economía, desarrollar su infraestructura y, en el mediano plazo, mejorar sus capacidades militares.
La pregunta de fondo es si Israel logrará evitar este acercamiento o, al menos, condicionarlo. Y, más aún, hasta dónde está dispuesto a llegar para impedirlo.
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