Gastronomía de autor: el restaurante a una hora de CABA que conquista con un exclusivo menú por pasos y huerta propia
Con capacidad limitada y una propuesta de alta cocina, este restaurante ofrece una experiencia íntima donde el producto de estación es protagonista. Servicio personalizado, técnica precisa y un fuerte vínculo con productores locales definen una forma de entender la gastronomía “sin apuros”.

A una hora de la Ciudad de Buenos Aires, una propuesta gastronómica de perfil bajo se convirtió en un punto de referencia para quienes buscan una experiencia culinaria distinta.
Con un formato de menú por pasos, atención personalizada y una fuerte conexión con el entorno, este restaurante logra mezclar técnica, sensibilidad y respeto por el producto que ofrecen.

El proyecto, llamado Diseño 138, se encuentra en la localidad de Mercedes (Buenos Aires) y nació de la decisión de un chef formado en instituciones gastronómicas de prestigio, tanto en la Argentina como en el exterior, que eligió regresar a su ciudad natal para desarrollar una idea propia.
El espacio fue construido en la quinta familiar, en una zona alejada, con una premisa clara: crear un destino al que se llegue por elección y no por casualidad.

Tras varios años de obra, el lugar abrió en 2018 con un formato inicial de casa de té y pastelería artesanal, complementado por un área de diseño. Con el paso del tiempo, la propuesta fue virando hacia la gastronomía de autor, incorporando cenas íntimas, eventos privados y una carta reducida.
A fines de 2020, el proyecto adoptó su nombre definitivo y terminó de consolidar su identidad como restaurante. Actualmente, el establecimiento funciona con un menú de alta cocina por pasos, pensado para un máximo de 16 comensales por servicio.

El acceso es exclusivamente con reserva. Al ingresar, una cortina de pana marca el inicio de un recorrido sensorial que continúa en un espacio de arquitectura minimalista, rodeado de verde, con una piscina que actúa como espejo de agua y una huerta integrada al paisaje. La cocina a la vista se convierte en uno de los ejes del salón, permitiendo observar el trabajo técnico del equipo, mientras que la barra y la bodega completan el recorrido.
La propuesta gastronómica se basa en un principio central: el producto manda. El menú se diseña semanalmente en función de la estacionalidad y de lo que ofrece la tierra en ese momento.

La huerta propia aporta aromáticas, flores comestibles y algunos vegetales específicos, mientras que el resto de los ingredientes proviene de productores locales con los que existe un vínculo directo.
El trabajo con productos de mar también forma parte del concepto. El pescado se utiliza siempre fresco y en cantidades limitadas, lo que obliga a adaptar las preparaciones cuando la disponibilidad cambia.

Todo se elabora en el lugar: el pan, los untables, las conservas y los postres. El menú puede ser de cuatro o seis pasos, con la opción de maridaje. Los platos llevan el nombre del producto principal, una decisión que refuerza la idea de transparencia y permite que cada ingrediente exprese su identidad en el plato.
La experiencia se completa con una cuidada selección de bebidas. El restaurante ofrece coctelería de autor, jugos naturales y un cóctel de bienvenida que cambia semanalmente y se elabora a partir de las aromáticas de la huerta.
La carta de vinos prioriza etiquetas de pequeñas bodegas y proyectos poco difundidos, seleccionados especialmente para acompañar el ritmo de una cena prolongada.

Los postres ocupan un lugar destacado dentro del menú. Frutas trabajadas en conservas, ganaches, infusiones y frutos secos aparecen combinados en distintas texturas.
En el menú de seis pasos, el recorrido dulce incluye dos platos y culmina con un petit acompañado de café o té.

Más que un restaurante, se trata de una propuesta que entiende la gastronomía como algo que va más allá. El servicio acompaña sin invadir, adapta los tiempos a cada mesa y propone un disfrute sin apuro.

















