De norte a sur, nuestro país invita a vivir experiencias culinarias que combinan paisajes inolvidables con sabores llenos de historia y tradición. A continuación, te mostramos los mejores recorridos para celebrar la identidad regional y emprender un verdadero viaje con el paladar.
Qué es el turismo 'slow food'. Foto FREEPIK
El turismo y la gastronomía son dos caras de una misma moneda; no hay nada mejor que elegir un destino y dejarnos intrigar por sus comidas típicas, porque probarlas es una forma auténtica de conocer la cultura en profundidad. Si bien cada país tiene sus propias costumbres, la comida argentina es algo que realmente se destaca a nivel mundial.
En ese contexto, surge el turismo slow food, una forma de viajar que propone recorrer las regiones a través de sus sabores, pero con pausa. Y eso no es un detalle menor: hoy en día, la tranquilidad es un valor muy buscado al momento de elegir un destino turístico. Y sí, conseguirla no es nada fácil.
Turismo 'slow food'. Foto Freepik
Tal como explica Innovtur, el centro virtual de información turística, se trata de una forma de viaje responsable que invita al viajero a conocer la historia, la cultura y la cocina de una región, mientras apoya a los pequeños productores y contribuye a la economía local.
Lo bueno es que no hace falta irse muy lejos para descubrir las mejores regiones del turismo slow food, porque Argentina tiene varias rutas ideales para practicarlo y conquistar el paladar.
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Ubicado en zonas rurales como Suipacha, Cañuelas o Tandil, este recorrido invita a conocer tambos, fábricas artesanales y productores locales. Se puede degustar quesos de vaca, cabra y oveja, participar de visitas guiadas y entender cómo se produce lo que llega a nuestra mesa.
La Ruta de los Quesos, en Suipacha. Foto: Facebook / Ruta del Queso.
Más allá de las bodegas tradicionales, muchas propuestas actuales combinan vinos orgánicos, platos regionales preparados con productos de kilómetro cero y experiencias a campo abierto. En Cafayate, por ejemplo, se pueden probar empanadas salteñas hechas en horno de barro con vista a los viñedos.
Ruta del Vino - Mendoza. Foto NA.
Aunque no es tan conocida como otras rutas gastronómicas, la Ruta de la Sidra en el Alto Valle de Río Negro y Neuquén se posiciona como una opción ideal para el turismo slow food. En esta región, conocida por sus manzanas, se elaboran sidras artesanales de alta calidad que se pueden degustar en chacras y sidreras locales. La experiencia se completa con paisajes patagónicos, platos regionales y contacto directo con productores.
La Ruta de la Yerba Mate, que atraviesa Misiones y el norte de Corrientes, ofrece una experiencia única para quienes desean descubrir el origen de esta infusión tan nuestra. A lo largo del recorrido, se puede conocer de cerca el proceso de elaboración, la historia de la yerba mate y los distintos tipos que existen, además de degustar platos regionales donde la yerba también es protagonista.
Entre montañas y valles áridos, el aceite de oliva argentino encuentra su mejor expresión en regiones como Mendoza, San Juan y La Rioja. En esta región, los visitantes pueden recorrer olivícolas, participar en catas guiadas y conocer los secretos del prensado en frío, mientras disfrutan de platos que combinan lo mejor de la cocina regional con productos gourmet a base de oliva.
Aceite de oliva. Foto: Unsplash.
En varias regiones de Argentina, como Bariloche, Córdoba y Buenos Aires, la cerveza artesanal se convirtió en protagonista de una ruta que combina tradición, creatividad y sabores únicos. En estos lugares, hay distintos recorridos para conocer el proceso de elaboración, disfrutar de degustaciones y descubrir variedades de cerveza que van desde las clásicas hasta las más innovadoras.
Ruta de la Cerveza. Foto Unsplash
En esta zona andina, se pueden probar platos ancestrales como la llama a la parrilla, la humita o el tamal, todo en contextos donde la identidad cultural es tan fuerte como el sabor de sus ingredientes. Ideal para quienes quieren descubrir lo auténtico sin apuro.
En definitiva, el turismo slow food nos invita a viajar con calma, disfrutando cada sabor y cada historia detrás de la mesa. Argentina, con su enorme diversidad de regiones y productos, es el lugar perfecto para vivir esta experiencia auténtica que conecta con la cultura, el paisaje y la gente.
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