El bodegón más barato de CABA: es ideal para almorzar, está escondido en Montserrat y tiene abundantes platos para compartir

Los bodegones clásicos de la Ciudad de Buenos Aires son un emblema de la gastronomía argentina. En plena CABA, a tan solo unos pasos de la Plaza de Mayo, se encuentra un restaurante digno de admirar, no solamente por sus platos abundantes y su inigualable ubicación, sino porque además tiene una gran concurrencia, a pesar de no contar con redes sociales.
Se trata de “El Nacional”, un bodegón ubicado en la calle Bolivar al 200, en el barrio de Montserrat, altamente ponderado por los vecinos gracias a su propuesta de platos abundantes y precios imbatibles. Sus preparaciones lo convierten en una rareza cada vez más difícil de encontrar. Para muchos es, de hecho, uno de los locales de comida más baratos de la Argentina, con platos caseros, mesas a la calle y dentro del salón y una atención inigualable.

En “El Nacional”, los comensales no van a buscar una vajilla estética o una carta de autor, sino que llegan por lo que verdaderamente importa: comer bien, mucho y barato. Al estar a pasos de la Plaza de Mayo y otros puntos turísticos de la Ciudad, es uno de los más elegidos por los turistas, ya que su decoración colonial acompaña el ambiente familiar y campestre del local.
Cuánto sale almorzar en “El Nacional”, la joya escondida de Montserrat
En un contexto donde salir a almorzar puede costar una fortuna, los precios de este bodegón llaman la atención. Entre los platos más destacados, se encuentran los siguientes:
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- Fideos “Rosa” o “Paroissien”: $7000.
- Tapa de asado con papas: $9000.
- Entraña a la pizza: $12.000.
- Boccatino de pollo a la mostaza: $8000.

Otro dato de color para quienes viven o trabajan por la zona, es que el bodegón no solamente invita a comer dentro del local, sino que además se puede pedir delivery. Ideal para un almuerzo de oficina con sabor a comida casera.
El bodegón está ubicado justo en frente de la iglesia San Ignacio de Loyola, emblema que muchos turistas reconocen al caminar por las calles adoquinadas del centro. Aunque pasa desapercibido por afuera ya que no tiene una gran fachada ni tampoco un letrero llamativo, quienes lo conocen saben que es un rincón fiel a las raíces del típico bodegón porteño: porciones generosas, atención cercana y sin pretensiones.


















