Pan dulce de Plaza Mayor, el furor de la Navidad: filas eternas, reventa en Mercado Libre y hasta en cuotas para comprarlo

Hace casi cuatro décadas, el restaurante Plaza Mayor, ubicado en el barrio porteño de Monserrat, comenzó a elaborar un pan dulce que, con el tiempo, se transformó en un verdadero ícono gastronómico.
Este producto estrella conquistó tanto a argentinos como a extranjeros, generando una demanda que no para de crecer, especialmente durante la temporada navideña.
El furor es tal que el establecimiento implementó un contestador automático para gestionar reservas y pedidos. Al llamar, los clientes son recibidos con un mensaje que les permite elegir entre reservar su pan dulce o una mesa en el restaurante.
Además, las filas para adquirir el producto pueden extenderse hasta tres cuadras. “Si desea reservar el pan dulce, marque 1”, es una de las opciones que escuchan quienes llaman al establecimiento.
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Cuánto sale el pan dulce de Plaza Mayor para Navidad y Año Nuevo
Con la inminente llegada de la Navidad, la emblemática panadería y restaurante comenzó a calentar sus motores y ya sacó a la venta la nueva versión de su emblemático Pan dulce, a un precio de $36.000, casi $11.000 más caro respecto al año pasado. A pesar de la suba, sigue siendo uno de los más económicos y buscados, y su popularidad hace que algunos lo ofrezcan en sitios de venta online por más de $40.000.
El restaurante Plaza Mayor está ubicado en Venezuela 1399, Buenos Aires, y atiende todos los días en dos franjas horarias: de 9 a 11 y de 17 a 19. Allí, los fanáticos pueden asegurarse de conseguir uno de los panes dulces más emblemáticos de la Navidad argentina, disfrutar de su receta tradicional y mantener viva una tradición que no pasa de moda.

Un “mercado paralelo” y la opción de cuotas
El éxito del pan dulce dio lugar a un curioso fenómeno: personas que lo adquieren en Plaza Mayor para luego revenderlo en plataformas como Mercado Libre o Marketplace de Facebook. Aunque los dueños del restaurante aclararon que no tienen revendedores oficiales, estas ofertas proliferan, y los precios suelen duplicar el valor original.

La calidad detrás del éxito
Federico Yahbes, actual encargado del restaurante y parte de la familia fundadora, explicó en una entrevista que la calidad de la materia prima justifica el precio del pan dulce. “Por la cantidad de almendras, nueces y castañas de cajú que lleva, debería costar más”, afirmó.
El producto no solo es un favorito en la mesa familiar, sino también un regalo corporativo codiciado. “Están los que llevan para la mesa familiar y los que compran de a 100 unidades para regalar en cajas navideñas a sus empleados. Pero la semana previa a las Fiestas suele suceder que hay tanta gente en el local que solo vendemos uno por persona, señaló Yahbes.
Historia del pan dulce en Argentina
El pan dulce o panettone proviene de Italia y es tradicional de la ciudad de Milán. Si bien durante la época del Imperio Romano ya se preparaba masa de trigo con miel y levadura, el origen de su versión con frutas tiene dos leyendas, ambas de fines de siglo XV.
La más extendida relata que el pan dulce surgió durante una Nochebuena en la morada de Ludovico Sforza, alias el “Moro”, duque de Milán y mecenas de Leonardo da Vinci. Tras un abundante banquete, el cocinero olvidó el postre en el horno y acabó quemándose por completo. Desesperado, habló con un joven lavaplatos llamado Antonio, que pensó en mezclar todo lo que había sobrado para preparar un pan y llevarlo hasta su casa.

De esta manera, el chef y el lavaplatos usaron los últimos ingredientes que quedaban en la cocina: harina, levadura, manteca y frutas confitadas. El invento gustó tanto a los comensales y al duque, que acabaron preguntando por su ideólogo. El cocinero les presentó al joven Antonio, y Ludovico decidió nombrar el nuevo postre como Pane de Toni, es decir, pan de Antonio.
La otra leyenda, que también surge en esta época, relata la historia del aristócrata Ughetto Atellani de Futi, que se enamoró perdidamente de la hija de un pastelero de la ciudad de Milán. Para conquistarla, se hizo pasar por panadero y comenzó a trabajar en la pastelería de su padre bajo el seudónimo de Antonio. Con el objetivo de seducir a la muchacha, preparó un pan dulce con frutas confitadas, esencia de limón y naranja. La preparación tuvo un éxito inmediato entre los milaneses, que comenzaron a frecuentar al local para adquirir el “Pan de Toni”.

















