Esta tendencia busca darle más importancia a los alimentos reales, frescos y sin manipulación industrial.
En el imaginario social contemporáneo, se destaca un tipo de alimentación sobre las demás: la dieta carnívora. A diferencia de la cocina tradicional centrada en la carne, el amplio mundo culinario ofrece opciones resaltando la diversidad de colores de frutas, verduras y legumbres.
En la actualidad los productos ultraprocesados captan la atención de la gran mayoría. Los mismos son sometidos a procesos industriales donde se les adiciona ingredientes artificiales como colorantes, conservantes, saborizantes y otros aditivos.
Aunque no tomemos consciencia al respecto y el consumismo esté normalizado en la sociedad, este hábito puede llegar a ser peligroso para la salud. Esto nos lleva a reflexionar: ¿existe una alternativa más sana?
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Según Agostina Astezano (MN 1838/1), licenciada en nutrición, “la alimentación basada en plantas o ABP, es aquella en la que se eligen consumir alimentos mínimamente procesados”. Quienes adoptan este modo de vida incorporarán frutas, verduras, hierbas, especias, legumbres, cereales de grano entero (integrales), frutos secos y semillas a sus preparaciones diarias.
A diferencia del vegetarianismo y veganismo, que a menudo incluyen alimentos procesados, la ABP se caracteriza por ser “de baja manipulación humana”. Incluso, está permitido el consumo “esporádico” de algún tipo de carne o derivado animal.
Este enfoque de alimentación “natural” trae beneficios para la salud. “A nivel cardiaco, una alimentación basada en plantas baja el perfil lipídico en sangre (colesterol, triglicéridos) siendo menos propenso a eventos cardiovasculares”, sostiene la especialista y agrega que como la ABP es baja en sodio, mejora y previene los casos de hipertensión arterial.
Además, diversos estudios indican que la ABP puede reducir hasta un 50% el riesgo de diabetes, proporcionar un alto contenido de fibra y nutrientes, y disminuir las posibilidades de obesidad cuando se equilibra adecuadamente.
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Más allá de sus beneficios, asumir este tipo de alimentación requiere de un gran esfuerzo y responsabilidad. “No es sinónimo de solo restringir alimentos, debemos asegurarnos de cubrir todos los nutrientes que nuestro cuerpo necesita”, enfatiza Astezano.
Si bien, sabemos que hoy en día estas alimentaciones bien supervisadas y suplementadas son seguras para cualquier estadio de la vida, siempre debe ser acompañado por un nutricionista ya que hay “nutrientes críticos, como la vitamina B12, las proteínas o el hierro” a los que hay que prestarles atención para llegar al correcto estado de salud.
De hecho, el principal mito al que debe enfrentarse este modo de alimentación tiene que ver con la falta de vitamina B12. “Personas con dietas omnívoras, es decir, que consumen carnes o derivados, miles de veces no llegan a estos mismos requerimientos y se debe suplementar”, explica.
De igual modo, quienes dejan a un lado la carne, deben suplementar esta vitamina ya que “no se encuentra en alimentos de origen vegetal”.
“Algo importante a tener en cuenta es que la vitamina B12, comienza a dar signos de que está en déficit alrededor 4 años después de que se comienza a disminuir o eliminar su consumo”, sostiene la experta, haciendo especial énfasis en la visita al nutricionista.
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El último informe del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente arrojó que "dietas más sostenibles y la reducción del desperdicio de alimentos pueden ayudar a los países a reducir las emisiones de gases de efecto invernadero y mejorar sus planes nacionales de acción climática hasta un 25%"
La producción, procesamiento, distribución, preparación y consumo de alimentos, "representan hasta el 37% de todas las emisiones de gases de efecto invernadero", dice el informe.
En lo que refiere a los beneficios ambientales que tiene esta dieta, se encuentra un impacto menos en el cambió climático. “Un mínimo procesamiento implica muchísimos menos gases de industrias liberados a la atmósfera”, menciona la nutricionista.
También se reduce el uso de agua dulce para la producción de alimentos, hay menos deforestación y, por ende, menos pérdida de la biodiversidad comparada con el consumo de alimentos de origen animal y procesados.
Podemos decir, entonces, que cambiando nuestros hábitos alimenticios hacemos un bien a nuestro organismo y al medio que nos rodea.
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