La sequía que sufre Europa obliga al continente a innovar

Sequía. Foto: NA.

Luego de olas extremas de calor, de los 96 departamentos en que se divide Francia continental, todos, salvo tres, se encontraban en una situación hídrica de carácter crítico.

Este cuadro grave sobre el clima no solo afectó a la producción agroalimentaria, sino también a las casas, la industria, los transportes, y en especial el turismo, que es la principal actividad de servicios de la economía francesa, más aun considerando que cuatro de los últimos veranos fueron los más secos de la historia de Francia desde que se llevan registros.

A ello se suma la crisis hídrica que abarca a todos los países de Europa Occidental, aunque su epicentro está notablemente en Francia.

Según la FAO (Organización de Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación), "la producción agrícola francesa y en general europea, utiliza 70% del agua fresca disponible y esto representa una proporción semejante al nivel mundial".

Cabe destacar que el uso de recurso hídrico aumenta el doble que la tasa de la población y, como la sociedad de Europa crece por debajo del promedio mundial (+0.5% anual, o menos), al mismo tiempo que tiene gran dotación de recursos así como regímenes de lluvias abundantes en todo el continente, Europa dispone históricamente de un amplio excedente hídrico.

Esto afectó a la producción agrícola europea y tomó de sorpresa a una de las primeras agriculturas del mundo, y una de las más avanzadas en el sistema global. Será un hecho que las sequías y altas temperaturas serán nuevo rasgo crónico en la agricultura europea en adelante. Es un efecto más inadecuado del cambio climático o “calentamiento de la atmósfera”.

Por esto, la FAO estima que la producción de agroalimentos tendrá que incrementarse más de un 60% en el año 2050. 

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Innovación

Esta situación de faltante de agua, no deja más opción que innovar, lo que exige desechar la utilización de semillas genéticamente modificadas (GMO), sobre todo las nuevas variedades específicamente diseñadas (como la recientemente patentada) por Bioceres de Rosario, Argentina.

Europa en general, pero especialmente Francia, es el núcleo duro del proteccionismo agrícola en el mundo de hoy. De allí viene a que sus productores tienen una rigidez extrema porque están acostumbrados a altas barreras de dinero y elevados subsidios del Estado, por eso no tienen una gran capacidad para innovar.

Un mínimo porcentaje de franceses tienen equipo de riego, y hasta ahora, todo el sistema agroalimentario es dependiente del Estado.