"Hablarlo es prevenirlo": lo que hay que tener en cuenta cuando se habla de suicidio adolescente

Suicidio adolescente. Foto: Unsplash

El suicidio adolescente es un tema del que poco se habla. El prejuicio y el estigma silencian a este tema crucial que tiene que ver con la continuidad de la vida humana. Mirar para el costado e invisibilizar esta problemática solo empeora la situación, por lo que es de vital importancia tomar ciertas medidas ante conductas sospechosas e instar a su prevención desde la salud pública. 

Frente a esta situación, la Sociedad Argentina de Pediatría (SAP) explicó que ciertas afirmaciones como "quien amenaza con que se va a matar no lo hace”, “el que se suicida está atravesando una depresión”, “hablar de suicidio incrementa el riesgo” o “los niños no se suicidan” son algunos de los principales mitos respecto a esta conducta. 

Suicidio adolescente. Foto: Unsplash

"Es imperioso que el equipo de salud trabaje con la familia y con el entorno del paciente sobre estas afirmaciones falaces para lograr un mayor abordaje y un mejor resultado del tratamiento”, dijo el prosecretario del Comité de Adolescencia de la SAP, Fabio Bastide.

Estas creencias erróneas “afectan las acciones de prevención y también aquellas intervenciones ante el duelo por un fallecimiento por suicidio”. 

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"Prestar atención a las señales"

Este documenta incita a los adultos a "prestar atención a aquellas señales que podrían estar advirtiendo sobre los riesgos de su ocurrencia".  Entre estas, se destacan:

• Cambios de humor.
• Enojo reiterado.
• Tristeza persistente.
• Problemas de escolarización.
• Dificultades en el sueño.
• Dificultades con la alimentación.
• Aislamiento.
• Retracción continua.
• Desconexión del grupo de pares.

La presencia de alguno o varios de estos signos “deben despertar la sospecha y motivar la consulta con el especialista en salud mental", advirtió la SAP.

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El suicidio, la segunda causa de muerte 

Según el informe "Mortalidad de 0 a 19 años" publicado por la Secretaría Nacional de Niñez, Adolescencia y Familia (Senfaf), el suicidio es la segunda causa de muerte adolescente (18,6%) después de los accidentes. Los datos recolectados reflejan que “casi 2 de cada 10 adolescentes de 15 a 19 años fallecidos, mueren por suicidio”.

Suicidio adolescente. Foto: Unsplash

"Suicidio, hablarlo es prevenirlo" se llama el documento elaborado por los Comités de Estudios Permanentes del Adolescente y de Salud Mental y Familia de la SAP, que establece que el suicidio es un fenómeno multicausal en el que interactúan factores de orden individual, familiar, comunitario, social y político; y que, como comportamiento abarca no sólo “la consumación del acto (con o sin éxito)”, sino también “la ideación suicida, la elaboración de un plan y la obtención de los medios para hacerlo”.

"Cuando nos enfrentamos a un suicidio consumado o a un intento de suicidio, encontramos que los distintos actores cercanos a la víctima, como padres, amigos, maestros, médicos y psicólogos, lo viven con culpa y se reprochan no haber estado atentos a las señales de alerta”, afirmó la Secretaria del Comité Nacional de Adolescencia de la SAP y médica pediatra, Nora Poggione.

El informe consigna además que “se producen 20 intentos por cada suicidio consumado”, que “los intentos de suicidios son más frecuentes en mujeres que en varones en relación 4 a 1", aunque “los varones son más efectivos en su letalidad”.

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Hablar de esta problemática

"Hablar del tema no activa la idea del suicidio, sino todo lo contrario. Que los jóvenes puedan expresar libremente sus sentimientos es una forma de comenzar a resolver el problema. No hablar y mantenerlo oculto incrementa el riesgo”, comentó el secretario del Comité de Familia y Salud Mental de la SAP, Hugo Gauto.

Suicidio adolescente. Foto: Unsplash

Lo ideal es que el equipo de salud genere la suficiente confianza con el adolescente como para que se pueda comenzar a hablar de este sensible y doloroso tema. "Una vez que el profesional logró este nivel de diálogo, la tarea clínica recién comienza, pero ese avance es importantísimo”, explicó el prosecretario del Comité de Familia y Salud Mental de la SAP y psiquiatra infanto-juvenil, Juan Pablo Mouesca.

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Factores desencadenantes

Hay una serie de factores que pueden desencadenar este tipo de conducta, entre los que se destacan:

• Un divorcio-separación de los padres.
• Muerte de seres queridos.
• Duelo prolongado o patológico.
• Problemas escolares graves de conducta.
• Dificultades de aprendizaje.
• Bullying.
• Discriminación de cualquier tipo.

Otros desencadenantes pueden ser suicidio, enfermedad mental, alcoholismo, adicciones, psicosis o trastornos severos de la personalidad o del estado de ánimo de alguno de los progenitores o convivientes. 

Por su parte, hay "factores protectores", como que estén satisfechas las necesidades básicas del grupo familiar, la buena comunicación entre sus miembros, con intercambio de sentimientos y afectos, religiosidad y/o espiritualidad, realización personal, capacidad para aceptar la realidad, estrategias positivas de afrontamiento y de resolución de problemas y apoyo familiar, escolar, de pares, comunitario, social y político.