Cada 20 de noviembre se conmemora el Día de la Soberanía Nacional, la fecha es en honor a un combate que cambiaría el curso de un bloqueo de años por parte de las tropas anglo-francesas en el Río de la Plata. La importancia de aquel día y por qué se celebra a pesar de haber perdido.
Lucio Norberto Mansilla.
El bloqueo anglo-francés en las aguas del Río de la Plata fue por muchos años un tema que en las clases de historia del colegio se mencionaba y nada más. Con los años fue reivindicada y con ello aquellos héroes de la jornada del 20 de noviembre recibieron la mención merecida. La historia de cómo las tropas nacionales terminaron sufriendo una embestida europea que terminó en una defensa heroica de los nuestros al mando de Lucio N. Mansilla.
Era el año 1845, pleno segundo gobierno de Juan Manuel de Rosas como gobernador de Buenos Aires, al otro lado de la orilla -en Uruguay- se libraba una feroz guerra civil entre Manuel Oribe y Frutuoso Rivera. Este último le pidió ayuda a Rosas para recuperar el gobierno, el Restaurador aceptó enviando tropas y armamento para una invasión de su amigo que terminó con intervenciones extranjeras de ambos lados que exaltaron los ánimos y que motivó a que Reino Unido y Francia decidan intervenir.
Retrato de Juan Manuel de Rosas.
Las dos potencias europeas intimaron a Rosas para que retire sus tropas y ante el rechazo del brigadier decidieron capturar la escuadra porteña que bloqueaba Montevideo. El conflicto fue en aumento hasta llegar al 20 de noviembre de 1845 cuando los anglo-franceses intentaban obtener la libre navegación del río Paraná para ayudar a Corrientes -opositora a Rosas- para que la sitiada Montevideo pudiera comerciar con Paraguay y las provincias del litoral. Allí aparece en escena nuestro héroe de la jornada: Lucio.
Mansilla, cuñado de Rosas ya que se casó con su hermana Agustina, había nacido en Buenos Aires el 1 de Marzo de 1792 con destacada participación en la Guerra por la Independencia, en la organización del Ejército de los Andes y con un activo rol en la Guerra Civil que enfrentó a unitarios con federales. Su vínculo familiar con el entonces gobernador lo llevó a que sea designado en 1839 Jefe del Ejército de Reservas de la ciudad y Comandante den la Costa del Paraná.
Uno de los pocos retratos de Mansilla.
Con el conflicto con los anglo-franceses a flor de piel Rosas, que se quedó en la Ciudad, instruyó a la defensa del río Paraná y le confió a su cuñado Mansilla liderarla. Fue entonces que decide fortificar un recodo en el río de 700 metros con tan solo 21 viejos cañones de bronce y unos 2.000 hombres. Además, ordenó cruzar el río con tres gruesas cadenas de costa a costa, para lo cual un italiano de apellido Alberti, amigo suyo, proporcionó gran parte de los pontones y "barquichuelos" empleados. Mención merece la arenga a sus tropas que realizó aquel 20 de noviembre de 1845:
"¡Vedlos, camaradas, allí los tenéis! Considerad el tamaño del insulto que vienen haciendo a la soberanía de nuestra Patria, al navegar las aguas de un río que corre por el territorio de nuestra República, sin más título que la fuerza con que se creen poderosos. ¡Pero se engañan esos miserables, aquí no lo serán! Tremole el pabellón azul y blanco y muramos todos antes que verlo bajar de donde flamea".
La armada anglo-francesa fuerza su paso a través de la Vuelta de Obligado, pintura de Manuel Larravide.
La flota anglofrancesa avanzó en dos divisiones al mando de los comandantes Tréhouart y Sullivan. Las tropas defensoras se encontraron con la nave capitana francesa de frente a las baterías, a lo cual se decidió abrir fuego matando en el acto a 28 hombres de dicho buque y dañando seriamente su arboladura. Tras dos horas de un feroz combate ya era evidente la escasez de municiones de las fuerzas nacionales y con la disminución en los disparos de la escuadra defensora, los atacantes vuelven sobre las cadenas encabezados por el buque Firebrand y, a martillazos sobre un yunque, logran cortarlas. Dos batallones avanzaron al mando del comandante Sullivan contra la batería del sur siendo cargados a bayoneta por un grupo de soldados encabezado por Mansilla, quien fue derribado por una salva de metralla que lo hirió de gravedad en el pecho, y dejando el mando al artillero capitán Juan Bautista Thorne. Pese a la heroica defensa, la derrota fue inevitable.
Si bien la batalla significó una victoria para los europeos, fue tan grave los daños sufridos y la gran cantidad de muertos que contabilizaron que el enfrentamiento le terminaría significado lo que se denomina un saldo pírrico: una derrota en la victoria. "Considerada la fuerte oposición del enemigo y la obstinación con que fue defendida, debemos agradecer a la Divina Providencia que aquella no haya sido mayor", dijo el almirante Samuel Inglefield tiempo después.
Eslabones originales de las cadenas colocadas entre ambos márgenes del Río Paraná.
Incluso San Martín, enterado de la heroica defensa argentina, le comentó a su amigo Tomás Guido desde su exilio francés: "Ya sabía la acción de Obligado; ¡qué inequidad! De todos modos los interventores habrán visto por esta muestra que los argentinos no son empanadas que se comen sin más trabajo que abrir la boca. A un tal proceder no nos queda otro partido que el de no mirar el porvenir y cumplir con el deber de hombres libres sea cual fuere la suerte que nos depare el destino, que en íntima convicción no sería un momento dudosa en nuestro favor si todos los argentinos se persuadiesen del deshonor que recaerá en nuestra patria si las naciones europeas triunfan en esta contienda que en mi opinión es de tanta trascendencia como la de nuestra emancipación de la España".
Corte de las cadenas por parte del Firebrand, imagen de impresión británica de 1897.
El 4 de junio de 1846 Mansilla, recuperado casi de manera milagrosa, volvió a atacar a la flota invasora en Acevedo, San Lorenzo y Quebracho. Esta última fue clave ya que pudo colocar sus baterías en una posición más alta, por lo que las fuerzas argentinas no sufrieron los daños que habían soportado en la Vuelta de Obligado. Después de un cruce de fuego de artillería de más de tres horas, la flota enemiga siguió su camino con varias bajas y muchos destrozos materiales. La resistencia nacional obligó a los invasores a aceptar la soberanía argentina sobre los ríos interiores y Gran Bretaña, con el Tratado Arana-Southern de 1847, concluyó definitivamente este conflicto y en marzo de ese año ordenó el retiro de su flota. Francia tardó un año más hasta la firma del Tratado Arana-Lepredour.
Monumento de San Pedro a los héroes de la batalla de Vuelta de Obligado, en el sitio en donde se celebró la misma.
Mansilla recién volvió a empuñar armas en la batalla de Caseros de 1852, siendo nombrado por su cuñado como Comandante de las fuerzas de la ciudad e Buenos Aires. El combate terminó en derrota para sus tropas, obligándolo al exilio en Francia hasta regresar años después. Murió víctima de la fiebre amarilla el 10 de abril de 1871. Sus restos descansan hoy en día en el Cementerio de la Recoleta.
Por Yasmin Ali
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