Desde el inicio de la guerra, Vladimir Putin puso énfasis en que el Gobierno ucraniano era una banda de "drogadictos y neonazis". La verdad detrás de esta historia.
Los neonazis ucranianos del Batallón Azov. Foto: archivo.
El estallido de la guerra en Europa del Este ha activado una tensa cuenta regresiva de la que muchos presagian el peor final. Esa recalentada zona del planeta se ha puesto en el ojo del huracán al convertirse en el escenario de una escalada bélica que enfrenta -al filo de la navaja- a Rusia con su vecina Ucrania. El conflicto desatado pone al mundo entero al borde de una nueva guerra mundial, que podría ser devastadora, larga y nuclear. Los argumentos esgrimidos por Vladimir Putin, el líder de la Federación Rusa que avanza imparable sobre tierras ucranianas, son -entre otros- el acecho que implica para el Kremlin la cercanía de las tropas de la OTAN del otro lado de la frontera de Ucrania; aunque no son esos los únicos motivos que tienen.
Pese a que Putin se empecina en pretender hacer creer -a propios y a extraños- que sus intenciones son las de desarmar el aparato militar ucraniano; la realidad muestra que los ataques también se han llevado a cabo contra la población civil.
Surge el interrogante: ¿Quiere el jefe máximo de Rusia eliminar por completo a los ucranianos? ¿Cuál es el verdadero motivo de encono de Putin contra Ucrania? y ¿por qué?
Muchas son las preguntas (no las únicas) y, tal como suele suceder, no tantas las respuestas. Sin embargo, fue el propio Putin el que comenzó a tirar de la punta del ovillo; mediante encendidas declaraciones totalmente alejadas de la diplomacia (que ya sabemos, no es su fuerte). El ex agente de la temida KGB soviética, ese "macho alfa" al que le sacaron el cinturón negro de judo; vocifera a los cuatro vientos su bronca irreparable y asegura que el Gobierno de Ucrania encabezado por Volodimir Zelenski, es una banda de "drogadictos y neonazis". Exagerado o no, con datos reales o no tantos; lo concreto es que esta "ensalada rusa" también tiene sabor a podrido por un ingrediente que no se tuvo en cuenta. Algo que -en cierto modo- le da algo de razón a Putin en sus declaraciones (aunque nada justifica sus crímenes de guerra). Están allí, pese a que muchos no lo quieran ver: el Batallón Azov.
Los integrantes del Batallón Azov durante una manifestación pública en Ucrania. Foto: archivo.
No son precisamente gente de fácil entender, de sana convivencia. Son violentos, sectarios y racistas elevados a la enésima potencia. Se trata de una unidad militar integrada por rabiosos fanáticos de la extrema derecha (1), voluntarios neonazis (2)(3) de Ucrania, y también de otros países, muchos croatas (4), perteneciente a la Guardia Nacional de Ucrania (5), una fuerza de reserva de las Fuerzas Armadas de Ucrania que opera respondiendo órdenes directas del Ministerio del Interior de Ucrania.
La principal base de operaciones de los Azov se ubica en la ciudad de Mariúpol (1), sobre las costas del mar de Azov; un sitio emblemático para los intolerantes armados de derecha dado que fue el lugar donde -en 2014- pudieron frenar el avance de las milicias de la República Popular de Donetsk en dos oportunidades. En sus violentas misiones cuentan además con voluntarios de otras agrupaciones afines a su pensamiento y otros partidos de extrema derecha, como PravySector y Svoboda.
Y vaya si eran peligrosos los de Donetsk por entonces: tanto lo fueron que hoy (junto a Lugansk) son el emblema de los separatistas pro rusos, bastiones del apoyo a Putin. En un principio a cada integrantre de sus filas se les pagaba la suma de 70 dólares por mes, y el dinero provenía de varias oscuras fuentes, aunque principalmente de una extendida red de importantes financistas; entre los que destacó muy en especial Igor Kolomoisky (6), un magnate y oligarca ucraniano, pope del sector eléctrico de su país. Gente como Kolomoisky ya había sido puesta entre ceja y ceja por el mismísimo Congreso de los Estados Unidos durante el año 2018, cuando aprobaron una Ley de Asignaciones que prohibió tajantemente la ayuda militar (¿y económica?) al Batallón Azov, a quienes se le cuestionaba su ideología pro supremacía blanca (7)(8).
La bandera nazi junto a las de la OTAN y la del Batallón Azov. Foto: archivo.
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El emblema del Batallón Azov es toda una declaración de principios. La bandera, con los colores típicos de le enseña ucraniana (azul claro y amarillo) lleva en su centro una runa Wolfsangel, que no es otra cosa que el símbolo del sol negro (Schwarze Sonne, en alemán). Las runas, vale mencionarlo, han sido y son usadas habitualmente por el nazismo en todo el mundo, como también por grupos supremacistas que buscan establecer un hipotético y futuro "orden blanco" (9)(10)(11)(12)(13). A lo largo de la historia han sido muchas las agrupaciones que utilizaron este símbolo en sus banderas y estandartes, entre ellas las "Juventudes Hitlerianas" (en alemán: Hitlerjugend, abreviado HJ) establecidas por el Partido Nacionalsocialista Obrero Alemán o Partido Nazi (NSDAP) desde el año 1926, cuyo principal (y tal vez único) objetivo era el del adiestramiento a jóvenes alemanes, con entrenamiento militar y para que desarrollen su entendimiento y obediencia a la ideología nazi. Sus principios ineludibles eran el nazismo, el racismo, el nacionalismo, la destreza física, el entrenamiento de neto corte militar, la camaradería entre sus integrantes, la vida al aire libre, la invocación a la sangre y el honor, tras la quimérica idea de formar líderes y "hombres de bien" (de acuerdo al pensamiento nazi, por supuesto) en el futuro.
Las Juventudes Hitlerianas y la bandera con la Wolfsangel, como el Batallón Azov. Foto: archivo.
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Desde su sitio web oficial, esta milicia neonazi ucraniana define el perfil de combatiente que busca sumar a sus filas de un modo que no deja duda alguna respecto de su modo de pensar: “Ser un guerrero y defender a tu país es un asunto digno de respeto y honor. En un momento difícil, cuando el enemigo intentó invadir descaradamente nuestro país, los ucranianos más valientes se unieron para una resistencia digna. Porque el patriotismo son hechos reales, coraje y honor, no solo llevar un galón” (14).
Ante estas evidencias, contadas con las propias palabras de los protagonistas para determinar la "gente de confianza" que se pliega a sus huestes, vale decir entonces que la reputación nazi que se ganaron no se limita pura y exclusivamente a los "delirios" (que los tiene) de Putin, quien usa estos argumentos para justificar y extender su alocada carrera belicista por el Este de Europa, con clara amenaza a varios países de la región. Los Azov han sabido construir su propio perfil merece el repudio del mundo entero.
Los neonazis de Ucrania, con un estandarte de Stepan Bandera. Foto: archivo.
El primer comandante del Batallón Azov ha sido Andriy Biletsky, un exparlamentario y uno de los más conspícuos líderes de Cuerpo Nacional, una violenta grupación política de extrema derecha con la que ganó un escaño en la Rada Suprema (el parlamento de Ucrania) para el período comprendido entre los años 2014 y 2019; un mandato que no logró revalidar en las siguientes elecciones, ya integrado al partido Svoboda, ultranacionalista y que tiene como indiscutido referente histórico a Stepan Bandera. Éste fue un dirigente considerado lisa y llanamente como un criminal de guerra, que fue un inocultable colaboracionista con la ocupación nazi de Ucrania en tiempos oscuros de la Segunda Guerra Mundial. Como suele suceder en estos casos, luego "cambió de idea" y se puso decididamente en contra del bando de los alemanes. Posteriormente, y a consecuencia de ese giro inesperado, fue deportado sin escalas a un campo de concentración bajo el mando de las SS, pese a lo cual pudo sobrevivir. Pero pese a haberse enfrentado a los nazis sobre el final del conflicto bélico, los soviéticos "se la tenían jurada" y la KGB se encargó de hacerlo asesinar en 1959, en la ciudad alemana de Munich. En la actualidad, los ultraderechistas ucranianos no dudan un instante en reconocerlo y homenajearlo como a un auténtico héroe nacional de su país (15). De hecho, es fácil ver pancartas y carteles de Bandera en las manifestaciones públicas del Batallón Azov.
La Wolfsangel, y el símbolo estilizado en la bandera. Foto: archivo.
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Una Wolfsangel es un símbolo heráldico alemán que se inspiró en una antigua trampa para lobos, la cual consistía en dos piezas de metal unidas mediante una cadena. Wolfsangel significa eso mismo: trampa para lobos. La pieza superior del dispositivo, la cual se asemeja sobre manera a una luna en cuarto creciente con una perforación o anillo en su interior, solía ser utilizada para fijarla a las ramas de los árboles en los bosques, mientras que la pieza inferior, en donde se colgaban trozos de carne, era un gancho -casi un anzuelo doble- que se pretendía fuera comido por el lobo. El diseño simplificado del símbolo, que se ha basado en el "gancho para lobos" a menudo era muy estilizado, a tal punto de casi no parecerse a una trampa para lobos en sí misma, o ni siquiera a un gancho colgando de un árbol. Otros nombres que se le daban en alemán eran Wolfsanker ("ancla para lobos") o Wolfsjagd, también hameçon o hameçon de loup, en francés, este último consistente en una media luna con un anillo, o en inglés cramp o crampon, algunas veces también se lo llamaba Doppelhaken ("doble gancho"), o crampon con una raya transversal. Todos y cada uno de estos símbolos se pueden todavía se pueden ver en muchísimos escudos de armas de municipios de la actual Alemania. El símbolo conocido como crampon también se puede encontrar como una marca masónica en trabajos de piedra medievales (16) (17).En la antigüedad, muchos creían que esta legendaria runa tenía poderes mágicos, se transformó de inmediato en símbolo de la libertad y la independencia luego de su adopción como emblema de la Rebelión de los Campesinos en el siglo XV contra la opresión de los príncipes Germánicos y sus mercenarios (18).
La Wolfsangel fue utilizada por el Partido Nazi desde sus orígenes. En la Segunda Guerra Mundial ha sido exhibida por varias divisiones militares de los nazis, entre estas las Waffen-SS Division Das Reich y la Waffen-SS Division Landstorm Nederland. En la Alemania del tiempo entre las guerras mundiales, el uso del Wolfsangel fue parcialmente inspirado por la inmensa popularidad en los años 1930 de la novela de Hermann Löns de 1910: Der Wehrwolf, donde el protagonista, un luchador de la resistencia durante la Guerra de los Treinta Años, adoptó el símbolo mágico como su amuleto personal. El propio símbolo trae una cierta semejanza con la runa Eihwaz, que históricamente forma parte del alfabeto rúnico (19).
Una "guardia pretoriana" para proteger a Ucrania del ataque de los rusos. Foto: archivo.
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Con todo lo dicho y sabiendo del odio visceral de estos neonazis ucranianos contra el invasor que llega desde el otro lado, en este caso Rusia, vale preguntarse: ¿Dónde están? Solo ellos (y tal vez el propio presidente ucraniano Volodimir Zelenski) pueden dar la respuesta con precisión, pero no es de extrañarse que aún estén agazapados en las sombras, en lugares seguros (si es que los hay en esa caldeada zona del mundo), a la espera de la orden para saltar a la acción.
No sería extraño que la actual inteligencia rusa sepa dónde se ubican en la actualidad. De hecho, el sábado 5 de marzo de 2022, las huestes del Kremlin asaltaron con violentos ataques y toda su fuerza a la ciudad de Mariúpol, ni más ni menos que la mismísima "cuna" del Batallón Azov (20).
Instagram: @marcelo.garcia.escritor
Nota: El artículo no expresa ideología política, solo investigación histórica.
Referencias:
1
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2
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3
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