A veces los dolores físicos tienen su origen en algo no resuelto o en aquello que mantenemos en silencio. De qué trata el factor "grito silencioso" al que hacen referencia especialistas.
En muchas ocasiones, no es posible ponerle nombre a aquello que nos ocurre. Cuando las palabras se esfuman y la voz pierde su fuerza, las emociones comienzan a generar en el cuerpo una bomba de tiempo que, al fin y al cabo, termina por explotar.
Como lo resumen el licenciado en psicología Sebastián Saravia (MP 84749), “la somatización es un proceso por el cual nuestro cuerpo expresa emociones que no han logrado ser expresadas”.
Estamos muy ocupados, la vida pasa por delante de nuestros ojos a toda velocidad y el tiempo para centrar la atención hacia nosotros mismos es casi inexistente. Pero, por más que se quiera hacer oídos sordos a la cuestión, “contamos con el cuerpo lo que callamos, ignoramos”.
Si hay somatización, un cuerpo está diciendo algo porque “hay un grito silencioso adentro”. Somatizar es el aviso de un decir incrustado en el cuerpo”, sintetiza el especialista.
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Podemos somatizar por miedo, para olvidar, por reprimir, por vergüenza. “Todo evento que sobrepase nuestros recursos para tolerar determinada situación, puede derivar en una somatización”, añade Saravia.
Según menciona el licenciado, las causas de la somatización pueden pensarse desde tres aristas:
Tal y como se lee, las últimas dos opciones parecen anularse entre sí, lo que da cuenta de la complejidad de la mente humana. Sin embargo, hay un nexo invisible entre ambos, ya que “decir y callar son dos modos de expresarse”.
“Somatizar como sinónimo de decir es expresarse de una manera singular a través del cuerpo”, comenta. Por otra parte, “somatizar como modo de callar es tomar al cuerpo como caja de resonancia para producir un estallido que nadie ve ni escucha”.
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Las experiencias vividas, sus efectos y sus afectos, es decir, las emociones, son “piezas fundamentales para la producción de somatizaciones”. Toda vivencia deja una consecuencia psíquica. Cuando esta no puede hacerse visible se ve obligada a buscar otro camino por el cual expresarse: el cuerpo.
“Una emoción no procesada, no vivida plenamente, reprimida, negada o frustrada; buscará otro modo de hacerse oír". En el extremo del proceso podemos localizar al estrés. En palabras de Sebastián Saravia, “no hay proceso de somatización sin que una de las puntas de ovillo sea el estrés”. Es un hecho, detrás de toda expresión física de una emoción o tensión psíquica está presente.
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Cuando no hay escapatoria a través de la palabra, comienzan a hacerse visibles otras vías de salida y, quizás, más nocivas.
Si se padece alguno de estos inconvenientes, probablemente se trate de somatización:
"Lo importante es diferenciar si lo que se expresa es síntoma de una enfermedad subyacente o si al realizarse los estudios correspondientes todo está en condiciones estables y normales y aún persisten los síntomas", remarca el psicólogo. Esto último tiene un diagnóstico sencillo: estamos somatizando.
Parafraseando a Freud podríamos decir que “el cuerpo es un espacio de memoria que no se da el lujo de olvidar”. El cuerpo siempre habla, lo escuchemos o no.
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